IN EVERY STREET SCENE, WHILE WAITING FOR THE ACTION, THERE IS A CAT CROSSING THE FRAME 》ENSAYO SOBRE «LA CALLE» EN EL TRABAJO DE JORDI COLOMER PUBLICADO POR FUNDAZIONE MODENA ARTI VISIVE

PARTE DEL CATÁLOGO DEL SOLO SHOW 'STRADE'

Jordi Colomer me invitó a escribir sobre su trabajo para la publicación del catálogo de su exposición STRADE (4 – 3 / 8 – 5 – 2022), comisariada por Daniele De Luigi para la Fundazione Modena Arti Visive. De su invitación parte este ensayo sobre prácticas que responden a cierta pedagogía de la calle.

A continuación, un fragmento del texto en castellano (en el link se puede leer el ensayo en italiano y en inglés como fue publicado).

Es 4 de agosto de 2014 en Trondheim (Noruega) y pasan el día tirados en esa hierba fresca que solo crece en las regiones del norte. Él juega con su hija Valentina como lo hacen los leones con sus cachorros, y más tarde beberá cerveza riéndose a carcajadas de las bromas que le hace Nini. De noche, mirará por la ventana y verá pasar un gato, y entonces recordará las escenas de Mata Hari que vio el día anterior: 1) En cada escena de calle, a la espera de una acción, hay un gato que atraviesa el cuadro, que genera tensión. 2) Coreografía de signos en código secreto. En este apunte, aparentemente anecdótico, que Jordi Colomer dejaba por escrito en el cuaderno de bitácora que le acompañó a lo largo del proceso de creación de su obra Svartlamon Parade (2014), podemos encontrar los elementos clave de su más reciente génesis creativa. El rodaje de una película: la calle, una acción por venir y ¿un gato?

Antes de entrar al trapo, y muy brevemente, diríamos que la calle es allí donde se pone el pie, donde, según explica el artista, “podemos desprendernos del concepto de hogar y habitar poéticamente la ciudad, extendida ahora en todas direcciones”. En la calle hay presencia de personas. En la calle observamos situaciones o simplemente nos movemos a la deriva porque en la calle, al pasear, vamos viendo cosas que nos dicen cosas. En la calle nos perdemos (F. LaCecla) como si “abandonáramos el refugio y aprendiéramos un espacio más allá de toda ansia de volver a él…». La calle se produce y nos produce (H. Lefebvre). La calle es un lugar, un sitio donde las cosas están organizadas según un orden establecido, pero también es un espacio que resulta de ese “lugar practicado” (M. de Certeau). La calle se produce cuando existe movimiento, dirección y temporalidad, cuando existe la actividad de una acción. Pero es con la acción de “hacer calle” con nuestro cuerpo humano que se reclama la condición política del Ser (ocupamos, actuamos, ¿nos reconocemos?…). Un gato, o felis silvestris catus, es un mamífero carnívoro de la familia Felidae. En el imaginario occidental más común, un gato simboliza la astucia, la inteligencia y la intuición. Pero si algo caracteriza popularmente al gato, sea este doméstico o salvaje, es su insaciable curiosidad, su habilidad por colarse en los rincones más inhóspitos y perderse en la brecha de lo desconocido sin miedo la oscuridad. El gato de Mata Hari, sin embargo, es una metáfora alegórica y un presagio, un trigger, un detonador: un personaje vivo encargado de captar nuestra atención y hacernos parte del paisaje que estamos viendo por debajo de nuestros párpados. Un personaje vivo que encarna la posibilidad de una acción. Diríamos, entonces, que el proceso creativo de los trabajos más recientes de Colomer consiste en “salir a la calle, señalar un lugar concreto y dejar libre curso a una acción”. No sin antes invocar al gato, llamar al colectivo y dar rienda suelta a su insaciable curiosidad intuitiva. Su forma de atravesar el cuadro nos recordará, siempre, que la creatividad es la habilidad de maravillarnos y el deseo de responder frente a aquello que nos sorprende. O, –en palabras de la artista y activista Kae Tempest–, su movimiento nos recordará, siempre, que “la creatividad es cualquier acto de amor”. Cualquier acto que implique hacer. Normalmente se aplica al mundo del arte, pero se puede aplicar a todo aquello que requiera concentración, habilidad e ingenuidad. Para criar a tus hijes, por ejemplo, es necesaria la creatividad: jugar, crear, reflexionar y saber soltar.

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