NÚRIA GÓMEZ GABRIEL
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PRÓXIMAS INAUGURACIONES

26/5/2022: LAS MALAS, curaduría de exposición colectiva que parte de una clara referencia a la novela de la autora argentina Camila Sosa Villada Las Malas (2020) para centrar su atención en torno a la idea de ‘maldad’ como forma de pensar y como lugar en el que emerge la génesis  de estructuras materiales, comunidades, comportamientos, escenas, tabúes, prohibiciones, miedos y deseos que se encuentran en el seno de toda ideología, de toda realidad social consensuada y de sus códigos éticos y morales. Premio INÉDITOS 2022 de La Casa Encendida (Madrid).

PRÓXIMAS CONFERENCIAS

23/03/2022 (hora por determinar): La Zona Rainbow, una aproximación al espacio expositivo contemporáneo y post-relacional desde una lógica que, inspirada en la obra de Claire Bishop, hace hincapié en la virtualización, la performatividad, los estados no ordenados de consciencia y las ambivalencias del lugar. En el marco del seminario dedicado a pensar las implicaciones individuales y colectivas del mundo como farmacia NARCOHUMANISMO junto a Laurent de Sutter, Srécko Horvat, Eloy Fernández Porta e Ingrid Guardiola, que se celebrará en la UDG.

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Núria Gómez Gabriel (Barcelona, 1987) es doctora en el ámbito de filosofía política de la comunicación y las culturas visuales contemporáneas por la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona con la tesis Espectropolíticas. Imagen y Hauntología en las prácticas artísticas contemporáneas (2020). Su práctica profesional atraviesa las pedagogías críticas, la escritura, la investigación artística y la curaduría de arte. En líneas generales, su investigación se centra en observar cómo se configuran los imaginarios del poder y la relación que estos guardan con los modos en los que la tecnología materializa la memoria. Trabaja como docente en el Máster Universitario en Culturas Visuales del ESCAC (Terrassa) y en el Grado en Arte y Diseño de la Universidad Autónoma (Barcelona). Coautora del libro Love me, Tinder (Temas de hoy, 2019). Publica en diversas plataformas culturales como TEXTE ZUR KUNST, Caja Negra Ed.Blog, CCCBLAB Investigación e Innovación en Cultura, A*Desk Critical Thinking o TEATRÓN; y, en revistas académicas como Teknokultura. Revista de Cultura Digital y Movimientos Sociales (Universidad Complutense Madrid) o Contratexto (Facultad de Comunicación de la Universidad de Lima). Ha colaborado como curadora e investigadora cultural en instituciones como Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (Madrid), Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona (CCCB), Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona (MACBA), Fabra i Coats (Barcelona), Arts Santa Mònica (Barcelona), TABAKALERA Centro Internacional de Cultura Contemporánea (San Sebastián), Centro de Arte dos de Mayo (Madrid), Hangar Centro de Investigación y Producción para las Artes Visuales (Barcelona), Bòlit Centre d’Art Contemporani (Girona) y La Casa Encendida (Madrid), entre otras; y, en festivales como FEMTEK Prácticas Artísticas Contemporáneas. Feminismos y tecnología (Bilbao), Festival de Literatura Amplificada Kosmopolis (Barcelona) o Festival Internacional de Videoarte LOOP Barcelona. A lo largo de 2021 ha formado parte de jurados de selección de convocatorias y premios culturales como la Beca de Interactivos de Hangar (Barcelona), Residencias de Creación del Centro de Dansa La Caldera de Les Corts (Barcelona), Premi Miquel Casablancas del Sant Andreu Contemporani de Barcelona y Premi Art Nou Primera Visió de la Asociación de Galerías de Barcelona. El verano de 2021 escribe su primer poemario titualdo MALAJE, y en septiembre de 2021 recibe el premio INÉDITOS 2022 de La Casa Encendida con su propuesta curatorial LAS MALAS.

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Sustancias estupefacientes. Remedios farmacológicos. Son los dos significados principales que asociamos a la palabra droga. Ambos están relacionados con otra acepción del término, más infrecuente hoy en día: la deuda y, con ella, el malestar que nos produce deber algo: dinero, afectos… la falta de reciprocidad. Así, la cuestión de la droga se nos puede plantear como una parte de la deuda que siempre tenemos contraída con el placer (como decía John Lanchester) y, a la vez, como una demanda urgente de nuestro cuerpo enfermo, que nunca podremos satisfacer por completo. En ambos casos, la adicción, como consecuencia del trato frecuente con el narco, es un rumor físico y psíquico, un grito sordo a través del cual el sujeto expresa su propia insuficiencia: no me basto. En este sujeto incompleto o carente, que es también el sujeto del amor y de la libido, parece que los valores científicos y filosóficos que han conformado la estructura moderna del yo han sufrido una lisérgica inversión. Si la droga es sustancia, entonces el individuo es, a su vez, accidente, efecto secundario de la administración exacta o excesiva de la pastilla o del líquido. Nuestras identidades se describen en la letra pequeña de los prospectos de los medicamentos, que, como afirmaba J. G. Ballard, son literatura y, como escritura del síntoma, narran posibilidades, peligros, expansiones y exaltaciones de los sentidos y de la mente. (NARCOHUMANISMO, comisariado junto a Eloy Fernández Porta, 2022). — Sustancias estupefacientes. Remedios farmacológicos. Son los dos significados principales que asociamos a la palabra droga. Ambos están relacionados con otra acepción del término, más infrecuente hoy en día: la deuda y, con ella, el malestar que nos produce deber algo: dinero, afectos… la falta de reciprocidad. Así, la cuestión de la droga se nos puede plantear como una parte de la deuda que siempre tenemos contraída con el placer (como decía John Lanchester) y, a la vez, como una demanda urgente de nuestro cuerpo enfermo, que nunca podremos satisfacer por completo. En ambos casos, la adicción, como consecuencia del trato frecuente con el narco, es un rumor físico y psíquico, un grito sordo a través del cual el sujeto expresa su propia insuficiencia: no me basto. En este sujeto incompleto o carente, que es también el sujeto del amor y de la libido, parece que los valores científicos y filosóficos que han conformado la estructura moderna del yo han sufrido una lisérgica inversión. Si la droga es sustancia, entonces el individuo es, a su vez, accidente, efecto secundario de la administración exacta o excesiva de la pastilla o del líquido. Nuestras identidades se describen en la letra pequeña de los prospectos de los medicamentos, que, como afirmaba J. G. Ballard, son literatura y, como escritura del síntoma, narran posibilidades, peligros, expansiones y exaltaciones de los sentidos y de la mente. (NARCOHUMANISMO, comisariado junto a Eloy Fernández Porta, 2022). — Sustancias estupefacientes. Remedios farmacológicos. Son los dos significados principales que asociamos a la palabra droga. Ambos están relacionados con otra acepción del término, más infrecuente hoy en día: la deuda y, con ella, el malestar que nos produce deber algo: dinero, afectos… la falta de reciprocidad. Así, la cuestión de la droga se nos puede plantear como una parte de la deuda que siempre tenemos contraída con el placer (como decía John Lanchester) y, a la vez, como una demanda urgente de nuestro cuerpo enfermo, que nunca podremos satisfacer por completo. En ambos casos, la adicción, como consecuencia del trato frecuente con el narco, es un rumor físico y psíquico, un grito sordo a través del cual el sujeto expresa su propia insuficiencia: no me basto. En este sujeto incompleto o carente, que es también el sujeto del amor y de la libido, parece que los valores científicos y filosóficos que han conformado la estructura moderna del yo han sufrido una lisérgica inversión. Si la droga es sustancia, entonces el individuo es, a su vez, accidente, efecto secundario de la administración exacta o excesiva de la pastilla o del líquido. Nuestras identidades se describen en la letra pequeña de los prospectos de los medicamentos, que, como afirmaba J. G. Ballard, son literatura y, como escritura del síntoma, narran posibilidades, peligros, expansiones y exaltaciones de los sentidos y de la mente. (NARCOHUMANISMO, comisariado junto a Eloy Fernández Porta, 2022). — Sustancias estupefacientes. Remedios farmacológicos. Son los dos significados principales que asociamos a la palabra droga. Ambos están relacionados con otra acepción del término, más infrecuente hoy en día: la deuda y, con ella, el malestar que nos produce deber algo: dinero, afectos… la falta de reciprocidad. Así, la cuestión de la droga se nos puede plantear como una parte de la deuda que siempre tenemos contraída con el placer (como decía John Lanchester) y, a la vez, como una demanda urgente de nuestro cuerpo enfermo, que nunca podremos satisfacer por completo. En ambos casos, la adicción, como consecuencia del trato frecuente con el narco, es un rumor físico y psíquico, un grito sordo a través del cual el sujeto expresa su propia insuficiencia: no me basto. En este sujeto incompleto o carente, que es también el sujeto del amor y de la libido, parece que los valores científicos y filosóficos que han conformado la estructura moderna del yo han sufrido una lisérgica inversión. Si la droga es sustancia, entonces el individuo es, a su vez, accidente, efecto secundario de la administración exacta o excesiva de la pastilla o del líquido. Nuestras identidades se describen en la letra pequeña de los prospectos de los medicamentos, que, como afirmaba J. G. Ballard, son literatura y, como escritura del síntoma, narran posibilidades, peligros, expansiones y exaltaciones de los sentidos y de la mente. (NARCOHUMANISMO, comisariado junto a Eloy Fernández Porta, 2022). — Sustancias estupefacientes. Remedios farmacológicos. Son los dos significados principales que asociamos a la palabra droga. Ambos están relacionados con otra acepción del término, más infrecuente hoy en día: la deuda y, con ella, el malestar que nos produce deber algo: dinero, afectos… la falta de reciprocidad. Así, la cuestión de la droga se nos puede plantear como una parte de la deuda que siempre tenemos contraída con el placer (como decía John Lanchester) y, a la vez, como una demanda urgente de nuestro cuerpo enfermo, que nunca podremos satisfacer por completo. En ambos casos, la adicción, como consecuencia del trato frecuente con el narco, es un rumor físico y psíquico, un grito sordo a través del cual el sujeto expresa su propia insuficiencia: no me basto. En este sujeto incompleto o carente, que es también el sujeto del amor y de la libido, parece que los valores científicos y filosóficos que han conformado la estructura moderna del yo han sufrido una lisérgica inversión. Si la droga es sustancia, entonces el individuo es, a su vez, accidente, efecto secundario de la administración exacta o excesiva de la pastilla o del líquido. Nuestras identidades se describen en la letra pequeña de los prospectos de los medicamentos, que, como afirmaba J. G. Ballard, son literatura y, como escritura del síntoma, narran posibilidades, peligros, expansiones y exaltaciones de los sentidos y de la mente. (NARCOHUMANISMO, comisariado junto a Eloy Fernández Porta, 2022). — Sustancias estupefacientes. Remedios farmacológicos. Son los dos significados principales que asociamos a la palabra droga. Ambos están relacionados con otra acepción del término, más infrecuente hoy en día: la deuda y, con ella, el malestar que nos produce deber algo: dinero, afectos… la falta de reciprocidad. Así, la cuestión de la droga se nos puede plantear como una parte de la deuda que siempre tenemos contraída con el placer (como decía John Lanchester) y, a la vez, como una demanda urgente de nuestro cuerpo enfermo, que nunca podremos satisfacer por completo. En ambos casos, la adicción, como consecuencia del trato frecuente con el narco, es un rumor físico y psíquico, un grito sordo a través del cual el sujeto expresa su propia insuficiencia: no me basto. En este sujeto incompleto o carente, que es también el sujeto del amor y de la libido, parece que los valores científicos y filosóficos que han conformado la estructura moderna del yo han sufrido una lisérgica inversión. Si la droga es sustancia, entonces el individuo es, a su vez, accidente, efecto secundario de la administración exacta o excesiva de la pastilla o del líquido. Nuestras identidades se describen en la letra pequeña de los prospectos de los medicamentos, que, como afirmaba J. G. Ballard, son literatura y, como escritura del síntoma, narran posibilidades, peligros, expansiones y exaltaciones de los sentidos y de la mente. (NARCOHUMANISMO, comisariado junto a Eloy Fernández Porta, 2022). — Sustancias estupefacientes. Remedios farmacológicos. Son los dos significados principales que asociamos a la palabra droga. Ambos están relacionados con otra acepción del término, más infrecuente hoy en día: la deuda y, con ella, el malestar que nos produce deber algo: dinero, afectos… la falta de reciprocidad. Así, la cuestión de la droga se nos puede plantear como una parte de la deuda que siempre tenemos contraída con el placer (como decía John Lanchester) y, a la vez, como una demanda urgente de nuestro cuerpo enfermo, que nunca podremos satisfacer por completo. En ambos casos, la adicción, como consecuencia del trato frecuente con el narco, es un rumor físico y psíquico, un grito sordo a través del cual el sujeto expresa su propia insuficiencia: no me basto. En este sujeto incompleto o carente, que es también el sujeto del amor y de la libido, parece que los valores científicos y filosóficos que han conformado la estructura moderna del yo han sufrido una lisérgica inversión. Si la droga es sustancia, entonces el individuo es, a su vez, accidente, efecto secundario de la administración exacta o excesiva de la pastilla o del líquido. Nuestras identidades se describen en la letra pequeña de los prospectos de los medicamentos, que, como afirmaba J. G. Ballard, son literatura y, como escritura del síntoma, narran posibilidades, peligros, expansiones y exaltaciones de los sentidos y de la mente. (NARCOHUMANISMO, comisariado junto a Eloy Fernández Porta, 2022). — Sustancias estupefacientes. Remedios farmacológicos. Son los dos significados principales que asociamos a la palabra droga. Ambos están relacionados con otra acepción del término, más infrecuente hoy en día: la deuda y, con ella, el malestar que nos produce deber algo: dinero, afectos… la falta de reciprocidad. Así, la cuestión de la droga se nos puede plantear como una parte de la deuda que siempre tenemos contraída con el placer (como decía John Lanchester) y, a la vez, como una demanda urgente de nuestro cuerpo enfermo, que nunca podremos satisfacer por completo. En ambos casos, la adicción, como consecuencia del trato frecuente con el narco, es un rumor físico y psíquico, un grito sordo a través del cual el sujeto expresa su propia insuficiencia: no me basto. En este sujeto incompleto o carente, que es también el sujeto del amor y de la libido, parece que los valores científicos y filosóficos que han conformado la estructura moderna del yo han sufrido una lisérgica inversión. Si la droga es sustancia, entonces el individuo es, a su vez, accidente, efecto secundario de la administración exacta o excesiva de la pastilla o del líquido. Nuestras identidades se describen en la letra pequeña de los prospectos de los medicamentos, que, como afirmaba J. G. Ballard, son literatura y, como escritura del síntoma, narran posibilidades, peligros, expansiones y exaltaciones de los sentidos y de la mente. (NARCOHUMANISMO, comisariado junto a Eloy Fernández Porta, 2022). — Sustancias estupefacientes. Remedios farmacológicos. Son los dos significados principales que asociamos a la palabra droga. Ambos están relacionados con otra acepción del término, más infrecuente hoy en día: la deuda y, con ella, el malestar que nos produce deber algo: dinero, afectos… la falta de reciprocidad. Así, la cuestión de la droga se nos puede plantear como una parte de la deuda que siempre tenemos contraída con el placer (como decía John Lanchester) y, a la vez, como una demanda urgente de nuestro cuerpo enfermo, que nunca podremos satisfacer por completo. En ambos casos, la adicción, como consecuencia del trato frecuente con el narco, es un rumor físico y psíquico, un grito sordo a través del cual el sujeto expresa su propia insuficiencia: no me basto. En este sujeto incompleto o carente, que es también el sujeto del amor y de la libido, parece que los valores científicos y filosóficos que han conformado la estructura moderna del yo han sufrido una lisérgica inversión. Si la droga es sustancia, entonces el individuo es, a su vez, accidente, efecto secundario de la administración exacta o excesiva de la pastilla o del líquido. Nuestras identidades se describen en la letra pequeña de los prospectos de los medicamentos, que, como afirmaba J. G. Ballard, son literatura y, como escritura del síntoma, narran posibilidades, peligros, expansiones y exaltaciones de los sentidos y de la mente. (NARCOHUMANISMO, comisariado junto a Eloy Fernández Porta, 2022). — Sustancias estupefacientes. Remedios farmacológicos. Son los dos significados principales que asociamos a la palabra droga. Ambos están relacionados con otra acepción del término, más infrecuente hoy en día: la deuda y, con ella, el malestar que nos produce deber algo: dinero, afectos… la falta de reciprocidad. Así, la cuestión de la droga se nos puede plantear como una parte de la deuda que siempre tenemos contraída con el placer (como decía John Lanchester) y, a la vez, como una demanda urgente de nuestro cuerpo enfermo, que nunca podremos satisfacer por completo. En ambos casos, la adicción, como consecuencia del trato frecuente con el narco, es un rumor físico y psíquico, un grito sordo a través del cual el sujeto expresa su propia insuficiencia: no me basto. En este sujeto incompleto o carente, que es también el sujeto del amor y de la libido, parece que los valores científicos y filosóficos que han conformado la estructura moderna del yo han sufrido una lisérgica inversión. Si la droga es sustancia, entonces el individuo es, a su vez, accidente, efecto secundario de la administración exacta o excesiva de la pastilla o del líquido. Nuestras identidades se describen en la letra pequeña de los prospectos de los medicamentos, que, como afirmaba J. G. Ballard, son literatura y, como escritura del síntoma, narran posibilidades, peligros, expansiones y exaltaciones de los sentidos y de la mente. (NARCOHUMANISMO, comisariado junto a Eloy Fernández Porta, 2022). — Sustancias estupefacientes. Remedios farmacológicos. Son los dos significados principales que asociamos a la palabra droga. Ambos están relacionados con otra acepción del término, más infrecuente hoy en día: la deuda y, con ella, el malestar que nos produce deber algo: dinero, afectos… la falta de reciprocidad. Así, la cuestión de la droga se nos puede plantear como una parte de la deuda que siempre tenemos contraída con el placer (como decía John Lanchester) y, a la vez, como una demanda urgente de nuestro cuerpo enfermo, que nunca podremos satisfacer por completo. En ambos casos, la adicción, como consecuencia del trato frecuente con el narco, es un rumor físico y psíquico, un grito sordo a través del cual el sujeto expresa su propia insuficiencia: no me basto. En este sujeto incompleto o carente, que es también el sujeto del amor y de la libido, parece que los valores científicos y filosóficos que han conformado la estructura moderna del yo han sufrido una lisérgica inversión. Si la droga es sustancia, entonces el individuo es, a su vez, accidente, efecto secundario de la administración exacta o excesiva de la pastilla o del líquido. Nuestras identidades se describen en la letra pequeña de los prospectos de los medicamentos, que, como afirmaba J. G. 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En este sujeto incompleto o carente, que es también el sujeto del amor y de la libido, parece que los valores científicos y filosóficos que han conformado la estructura moderna del yo han sufrido una lisérgica inversión. Si la droga es sustancia, entonces el individuo es, a su vez, accidente, efecto secundario de la administración exacta o excesiva de la pastilla o del líquido. Nuestras identidades se describen en la letra pequeña de los prospectos de los medicamentos, que, como afirmaba J. G. Ballard, son literatura y, como escritura del síntoma, narran posibilidades, peligros, expansiones y exaltaciones de los sentidos y de la mente. (NARCOHUMANISMO, comisariado junto a Eloy Fernández Porta, 2022). — Sustancias estupefacientes. Remedios farmacológicos. Son los dos significados principales que asociamos a la palabra droga. 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Así, la cuestión de la droga se nos puede plantear como una parte de la deuda que siempre tenemos contraída con el placer (como decía John Lanchester) y, a la vez, como una demanda urgente de nuestro cuerpo enfermo, que nunca podremos satisfacer por completo. En ambos casos, la adicción, como consecuencia del trato frecuente con el narco, es un rumor físico y psíquico, un grito sordo a través del cual el sujeto expresa su propia insuficiencia: no me basto. En este sujeto incompleto o carente, que es también el sujeto del amor y de la libido, parece que los valores científicos y filosóficos que han conformado la estructura moderna del yo han sufrido una lisérgica inversión. Si la droga es sustancia, entonces el individuo es, a su vez, accidente, efecto secundario de la administración exacta o excesiva de la pastilla o del líquido. Nuestras identidades se describen en la letra pequeña de los prospectos de los medicamentos, que, como afirmaba J. G. Ballard, son literatura y, como escritura del síntoma, narran posibilidades, peligros, expansiones y exaltaciones de los sentidos y de la mente. (NARCOHUMANISMO, comisariado junto a Eloy Fernández Porta, 2022). — Sustancias estupefacientes. Remedios farmacológicos. Son los dos significados principales que asociamos a la palabra droga. Ambos están relacionados con otra acepción del término, más infrecuente hoy en día: la deuda y, con ella, el malestar que nos produce deber algo: dinero, afectos… la falta de reciprocidad. Así, la cuestión de la droga se nos puede plantear como una parte de la deuda que siempre tenemos contraída con el placer (como decía John Lanchester) y, a la vez, como una demanda urgente de nuestro cuerpo enfermo, que nunca podremos satisfacer por completo. En ambos casos, la adicción, como consecuencia del trato frecuente con el narco, es un rumor físico y psíquico, un grito sordo a través del cual el sujeto expresa su propia insuficiencia: no me basto. En este sujeto incompleto o carente, que es también el sujeto del amor y de la libido, parece que los valores científicos y filosóficos que han conformado la estructura moderna del yo han sufrido una lisérgica inversión. Si la droga es sustancia, entonces el individuo es, a su vez, accidente, efecto secundario de la administración exacta o excesiva de la pastilla o del líquido. Nuestras identidades se describen en la letra pequeña de los prospectos de los medicamentos, que, como afirmaba J. G. Ballard, son literatura y, como escritura del síntoma, narran posibilidades, peligros, expansiones y exaltaciones de los sentidos y de la mente. (NARCOHUMANISMO, comisariado junto a Eloy Fernández Porta, 2022). — Sustancias estupefacientes. Remedios farmacológicos. Son los dos significados principales que asociamos a la palabra droga. 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En este sujeto incompleto o carente, que es también el sujeto del amor y de la libido, parece que los valores científicos y filosóficos que han conformado la estructura moderna del yo han sufrido una lisérgica inversión. Si la droga es sustancia, entonces el individuo es, a su vez, accidente, efecto secundario de la administración exacta o excesiva de la pastilla o del líquido. Nuestras identidades se describen en la letra pequeña de los prospectos de los medicamentos, que, como afirmaba J. G. Ballard, son literatura y, como escritura del síntoma, narran posibilidades, peligros, expansiones y exaltaciones de los sentidos y de la mente. (NARCOHUMANISMO, comisariado junto a Eloy Fernández Porta, 2022). — Sustancias estupefacientes. Remedios farmacológicos. Son los dos significados principales que asociamos a la palabra droga. 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Ballard, son literatura y, como escritura del síntoma, narran posibilidades, peligros, expansiones y exaltaciones de los sentidos y de la mente. (NARCOHUMANISMO, comisariado junto a Eloy Fernández Porta, 2022). — Sustancias estupefacientes. Remedios farmacológicos. Son los dos significados principales que asociamos a la palabra droga. Ambos están relacionados con otra acepción del término, más infrecuente hoy en día: la deuda y, con ella, el malestar que nos produce deber algo: dinero, afectos… la falta de reciprocidad. Así, la cuestión de la droga se nos puede plantear como una parte de la deuda que siempre tenemos contraída con el placer (como decía John Lanchester) y, a la vez, como una demanda urgente de nuestro cuerpo enfermo, que nunca podremos satisfacer por completo. En ambos casos, la adicción, como consecuencia del trato frecuente con el narco, es un rumor físico y psíquico, un grito sordo a través del cual el sujeto expresa su propia insuficiencia: no me basto. En este sujeto incompleto o carente, que es también el sujeto del amor y de la libido, parece que los valores científicos y filosóficos que han conformado la estructura moderna del yo han sufrido una lisérgica inversión. Si la droga es sustancia, entonces el individuo es, a su vez, accidente, efecto secundario de la administración exacta o excesiva de la pastilla o del líquido. Nuestras identidades se describen en la letra pequeña de los prospectos de los medicamentos, que, como afirmaba J. G. Ballard, son literatura y, como escritura del síntoma, narran posibilidades, peligros, expansiones y exaltaciones de los sentidos y de la mente. (NARCOHUMANISMO, comisariado junto a Eloy Fernández Porta, 2022). — Sustancias estupefacientes. Remedios farmacológicos. Son los dos significados principales que asociamos a la palabra droga. Ambos están relacionados con otra acepción del término, más infrecuente hoy en día: la deuda y, con ella, el malestar que nos produce deber algo: dinero, afectos… la falta de reciprocidad. Así, la cuestión de la droga se nos puede plantear como una parte de la deuda que siempre tenemos contraída con el placer (como decía John Lanchester) y, a la vez, como una demanda urgente de nuestro cuerpo enfermo, que nunca podremos satisfacer por completo. En ambos casos, la adicción, como consecuencia del trato frecuente con el narco, es un rumor físico y psíquico, un grito sordo a través del cual el sujeto expresa su propia insuficiencia: no me basto. En este sujeto incompleto o carente, que es también el sujeto del amor y de la libido, parece que los valores científicos y filosóficos que han conformado la estructura moderna del yo han sufrido una lisérgica inversión. Si la droga es sustancia, entonces el individuo es, a su vez, accidente, efecto secundario de la administración exacta o excesiva de la pastilla o del líquido. Nuestras identidades se describen en la letra pequeña de los prospectos de los medicamentos, que, como afirmaba J. G. Ballard, son literatura y, como escritura del síntoma, narran posibilidades, peligros, expansiones y exaltaciones de los sentidos y de la mente. (NARCOHUMANISMO, comisariado junto a Eloy Fernández Porta, 2022). — Sustancias estupefacientes. Remedios farmacológicos. Son los dos significados principales que asociamos a la palabra droga. Ambos están relacionados con otra acepción del término, más infrecuente hoy en día: la deuda y, con ella, el malestar que nos produce deber algo: dinero, afectos… la falta de reciprocidad. Así, la cuestión de la droga se nos puede plantear como una parte de la deuda que siempre tenemos contraída con el placer (como decía John Lanchester) y, a la vez, como una demanda urgente de nuestro cuerpo enfermo, que nunca podremos satisfacer por completo. En ambos casos, la adicción, como consecuencia del trato frecuente con el narco, es un rumor físico y psíquico, un grito sordo a través del cual el sujeto expresa su propia insuficiencia: no me basto. En este sujeto incompleto o carente, que es también el sujeto del amor y de la libido, parece que los valores científicos y filosóficos que han conformado la estructura moderna del yo han sufrido una lisérgica inversión. Si la droga es sustancia, entonces el individuo es, a su vez, accidente, efecto secundario de la administración exacta o excesiva de la pastilla o del líquido. Nuestras identidades se describen en la letra pequeña de los prospectos de los medicamentos, que, como afirmaba J. G. Ballard, son literatura y, como escritura del síntoma, narran posibilidades, peligros, expansiones y exaltaciones de los sentidos y de la mente. (NARCOHUMANISMO, comisariado junto a Eloy Fernández Porta, 2022). — Sustancias estupefacientes. Remedios farmacológicos. Son los dos significados principales que asociamos a la palabra droga. Ambos están relacionados con otra acepción del término, más infrecuente hoy en día: la deuda y, con ella, el malestar que nos produce deber algo: dinero, afectos… la falta de reciprocidad. Así, la cuestión de la droga se nos puede plantear como una parte de la deuda que siempre tenemos contraída con el placer (como decía John Lanchester) y, a la vez, como una demanda urgente de nuestro cuerpo enfermo, que nunca podremos satisfacer por completo. En ambos casos, la adicción, como consecuencia del trato frecuente con el narco, es un rumor físico y psíquico, un grito sordo a través del cual el sujeto expresa su propia insuficiencia: no me basto. En este sujeto incompleto o carente, que es también el sujeto del amor y de la libido, parece que los valores científicos y filosóficos que han conformado la estructura moderna del yo han sufrido una lisérgica inversión. Si la droga es sustancia, entonces el individuo es, a su vez, accidente, efecto secundario de la administración exacta o excesiva de la pastilla o del líquido. Nuestras identidades se describen en la letra pequeña de los prospectos de los medicamentos, que, como afirmaba J. G. Ballard, son literatura y, como escritura del síntoma, narran posibilidades, peligros, expansiones y exaltaciones de los sentidos y de la mente. (NARCOHUMANISMO, comisariado junto a Eloy Fernández Porta, 2022). — Sustancias estupefacientes. Remedios farmacológicos. Son los dos significados principales que asociamos a la palabra droga. Ambos están relacionados con otra acepción del término, más infrecuente hoy en día: la deuda y, con ella, el malestar que nos produce deber algo: dinero, afectos… la falta de reciprocidad. Así, la cuestión de la droga se nos puede plantear como una parte de la deuda que siempre tenemos contraída con el placer (como decía John Lanchester) y, a la vez, como una demanda urgente de nuestro cuerpo enfermo, que nunca podremos satisfacer por completo. En ambos casos, la adicción, como consecuencia del trato frecuente con el narco, es un rumor físico y psíquico, un grito sordo a través del cual el sujeto expresa su propia insuficiencia: no me basto. En este sujeto incompleto o carente, que es también el sujeto del amor y de la libido, parece que los valores científicos y filosóficos que han conformado la estructura moderna del yo han sufrido una lisérgica inversión. Si la droga es sustancia, entonces el individuo es, a su vez, accidente, efecto secundario de la administración exacta o excesiva de la pastilla o del líquido. Nuestras identidades se describen en la letra pequeña de los prospectos de los medicamentos, que, como afirmaba J. G. Ballard, son literatura y, como escritura del síntoma, narran posibilidades, peligros, expansiones y exaltaciones de los sentidos y de la mente. (NARCOHUMANISMO, comisariado junto a Eloy Fernández Porta, 2022). — Sustancias estupefacientes. Remedios farmacológicos. Son los dos significados principales que asociamos a la palabra droga. Ambos están relacionados con otra acepción del término, más infrecuente hoy en día: la deuda y, con ella, el malestar que nos produce deber algo: dinero, afectos… la falta de reciprocidad. Así, la cuestión de la droga se nos puede plantear como una parte de la deuda que siempre tenemos contraída con el placer (como decía John Lanchester) y, a la vez, como una demanda urgente de nuestro cuerpo enfermo, que nunca podremos satisfacer por completo. En ambos casos, la adicción, como consecuencia del trato frecuente con el narco, es un rumor físico y psíquico, un grito sordo a través del cual el sujeto expresa su propia insuficiencia: no me basto. En este sujeto incompleto o carente, que es también el sujeto del amor y de la libido, parece que los valores científicos y filosóficos que han conformado la estructura moderna del yo han sufrido una lisérgica inversión. Si la droga es sustancia, entonces el individuo es, a su vez, accidente, efecto secundario de la administración exacta o excesiva de la pastilla o del líquido. Nuestras identidades se describen en la letra pequeña de los prospectos de los medicamentos, que, como afirmaba J. G. Ballard, son literatura y, como escritura del síntoma, narran posibilidades, peligros, expansiones y exaltaciones de los sentidos y de la mente. (NARCOHUMANISMO, comisariado junto a Eloy Fernández Porta, 2022). — Sustancias estupefacientes. Remedios farmacológicos. Son los dos significados principales que asociamos a la palabra droga. Ambos están relacionados con otra acepción del término, más infrecuente hoy en día: la deuda y, con ella, el malestar que nos produce deber algo: dinero, afectos… la falta de reciprocidad. Así, la cuestión de la droga se nos puede plantear como una parte de la deuda que siempre tenemos contraída con el placer (como decía John Lanchester) y, a la vez, como una demanda urgente de nuestro cuerpo enfermo, que nunca podremos satisfacer por completo. En ambos casos, la adicción, como consecuencia del trato frecuente con el narco, es un rumor físico y psíquico, un grito sordo a través del cual el sujeto expresa su propia insuficiencia: no me basto. En este sujeto incompleto o carente, que es también el sujeto del amor y de la libido, parece que los valores científicos y filosóficos que han conformado la estructura moderna del yo han sufrido una lisérgica inversión. Si la droga es sustancia, entonces el individuo es, a su vez, accidente, efecto secundario de la administración exacta o excesiva de la pastilla o del líquido. Nuestras identidades se describen en la letra pequeña de los prospectos de los medicamentos, que, como afirmaba J. G. Ballard, son literatura y, como escritura del síntoma, narran posibilidades, peligros, expansiones y exaltaciones de los sentidos y de la mente. (NARCOHUMANISMO, comisariado junto a Eloy Fernández Porta, 2022). — Sustancias estupefacientes. Remedios farmacológicos. Son los dos significados principales que asociamos a la palabra droga. Ambos están relacionados con otra acepción del término, más infrecuente hoy en día: la deuda y, con ella, el malestar que nos produce deber algo: dinero, afectos… la falta de reciprocidad. Así, la cuestión de la droga se nos puede plantear como una parte de la deuda que siempre tenemos contraída con el placer (como decía John Lanchester) y, a la vez, como una demanda urgente de nuestro cuerpo enfermo, que nunca podremos satisfacer por completo. En ambos casos, la adicción, como consecuencia del trato frecuente con el narco, es un rumor físico y psíquico, un grito sordo a través del cual el sujeto expresa su propia insuficiencia: no me basto. En este sujeto incompleto o carente, que es también el sujeto del amor y de la libido, parece que los valores científicos y filosóficos que han conformado la estructura moderna del yo han sufrido una lisérgica inversión. Si la droga es sustancia, entonces el individuo es, a su vez, accidente, efecto secundario de la administración exacta o excesiva de la pastilla o del líquido. Nuestras identidades se describen en la letra pequeña de los prospectos de los medicamentos, que, como afirmaba J. G. Ballard, son literatura y, como escritura del síntoma, narran posibilidades, peligros, expansiones y exaltaciones de los sentidos y de la mente. (NARCOHUMANISMO, comisariado junto a Eloy Fernández Porta, 2022). — Sustancias estupefacientes. Remedios farmacológicos. Son los dos significados principales que asociamos a la palabra droga. Ambos están relacionados con otra acepción del término, más infrecuente hoy en día: la deuda y, con ella, el malestar que nos produce deber algo: dinero, afectos… la falta de reciprocidad. Así, la cuestión de la droga se nos puede plantear como una parte de la deuda que siempre tenemos contraída con el placer (como decía John Lanchester) y, a la vez, como una demanda urgente de nuestro cuerpo enfermo, que nunca podremos satisfacer por completo. En ambos casos, la adicción, como consecuencia del trato frecuente con el narco, es un rumor físico y psíquico, un grito sordo a través del cual el sujeto expresa su propia insuficiencia: no me basto. En este sujeto incompleto o carente, que es también el sujeto del amor y de la libido, parece que los valores científicos y filosóficos que han conformado la estructura moderna del yo han sufrido una lisérgica inversión. Si la droga es sustancia, entonces el individuo es, a su vez, accidente, efecto secundario de la administración exacta o excesiva de la pastilla o del líquido. Nuestras identidades se describen en la letra pequeña de los prospectos de los medicamentos, que, como afirmaba J. G. Ballard, son literatura y, como escritura del síntoma, narran posibilidades, peligros, expansiones y exaltaciones de los sentidos y de la mente. (NARCOHUMANISMO, comisariado junto a Eloy Fernández Porta, 2022). — Sustancias estupefacientes. Remedios farmacológicos. Son los dos significados principales que asociamos a la palabra droga. Ambos están relacionados con otra acepción del término, más infrecuente hoy en día: la deuda y, con ella, el malestar que nos produce deber algo: dinero, afectos… la falta de reciprocidad. Así, la cuestión de la droga se nos puede plantear como una parte de la deuda que siempre tenemos contraída con el placer (como decía John Lanchester) y, a la vez, como una demanda urgente de nuestro cuerpo enfermo, que nunca podremos satisfacer por completo. En ambos casos, la adicción, como consecuencia del trato frecuente con el narco, es un rumor físico y psíquico, un grito sordo a través del cual el sujeto expresa su propia insuficiencia: no me basto. En este sujeto incompleto o carente, que es también el sujeto del amor y de la libido, parece que los valores científicos y filosóficos que han conformado la estructura moderna del yo han sufrido una lisérgica inversión. Si la droga es sustancia, entonces el individuo es, a su vez, accidente, efecto secundario de la administración exacta o excesiva de la pastilla o del líquido. Nuestras identidades se describen en la letra pequeña de los prospectos de los medicamentos, que, como afirmaba J. G. Ballard, son literatura y, como escritura del síntoma, narran posibilidades, peligros, expansiones y exaltaciones de los sentidos y de la mente. (NARCOHUMANISMO, comisariado junto a Eloy Fernández Porta, 2022). — Sustancias estupefacientes. Remedios farmacológicos. Son los dos significados principales que asociamos a la palabra droga. Ambos están relacionados con otra acepción del término, más infrecuente hoy en día: la deuda y, con ella, el malestar que nos produce deber algo: dinero, afectos… la falta de reciprocidad. Así, la cuestión de la droga se nos puede plantear como una parte de la deuda que siempre tenemos contraída con el placer (como decía John Lanchester) y, a la vez, como una demanda urgente de nuestro cuerpo enfermo, que nunca podremos satisfacer por completo. En ambos casos, la adicción, como consecuencia del trato frecuente con el narco, es un rumor físico y psíquico, un grito sordo a través del cual el sujeto expresa su propia insuficiencia: no me basto. En este sujeto incompleto o carente, que es también el sujeto del amor y de la libido, parece que los valores científicos y filosóficos que han conformado la estructura moderna del yo han sufrido una lisérgica inversión. Si la droga es sustancia, entonces el individuo es, a su vez, accidente, efecto secundario de la administración exacta o excesiva de la pastilla o del líquido. Nuestras identidades se describen en la letra pequeña de los prospectos de los medicamentos, que, como afirmaba J. G. Ballard, son literatura y, como escritura del síntoma, narran posibilidades, peligros, expansiones y exaltaciones de los sentidos y de la mente. (NARCOHUMANISMO, comisariado junto a Eloy Fernández Porta, 2022). — Sustancias estupefacientes. Remedios farmacológicos. Son los dos significados principales que asociamos a la palabra droga. Ambos están relacionados con otra acepción del término, más infrecuente hoy en día: la deuda y, con ella, el malestar que nos produce deber algo: dinero, afectos… la falta de reciprocidad. Así, la cuestión de la droga se nos puede plantear como una parte de la deuda que siempre tenemos contraída con el placer (como decía John Lanchester) y, a la vez, como una demanda urgente de nuestro cuerpo enfermo, que nunca podremos satisfacer por completo. En ambos casos, la adicción, como consecuencia del trato frecuente con el narco, es un rumor físico y psíquico, un grito sordo a través del cual el sujeto expresa su propia insuficiencia: no me basto. En este sujeto incompleto o carente, que es también el sujeto del amor y de la libido, parece que los valores científicos y filosóficos que han conformado la estructura moderna del yo han sufrido una lisérgica inversión. Si la droga es sustancia, entonces el individuo es, a su vez, accidente, efecto secundario de la administración exacta o excesiva de la pastilla o del líquido. Nuestras identidades se describen en la letra pequeña de los prospectos de los medicamentos, que, como afirmaba J. G. Ballard, son literatura y, como escritura del síntoma, narran posibilidades, peligros, expansiones y exaltaciones de los sentidos y de la mente. (NARCOHUMANISMO, comisariado junto a Eloy Fernández Porta, 2022). —