NÚRIA GÓMEZ GABRIEL
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Núria Gómez Gabriel (Barcelona, 1987) holds a Doctorate in Communications from the University of Pompeu Fabra in Barcelona. Her professional work traverses critical pedagogy, writing, and art curatorship. In general terms her research centres itself upon how imaginaries of power are constructed and the relations they maintain with how technologies materialize memory. She teaches in the Master’s Program at The University of Visual Cultures of ESCAC (Terrassa) and in the Degree Program of Art & Design at the Autonomous University in Barcelona. She is the co-author of the book Love me, Tinder (Temas de hoy, 2019). She has also been published in diverse cultural spaces such as the CCCBLAB, Investigation & Innovation in Culture; A*Desk Critical Thinking or TEATRON; and as well, in various academic journals such as Teknokultura, the Revista de Cultura Digital y Movimientos Sociales (Universidad Complutense Madrid) o Contratexto (Facultad de Comunicación de la Universidad de Lima). She has collaborated as commissioning agent and a cultural investigator in institutions including the CCCB, MACBA, Fabra i Coats, Arts Santa Mònica, Hangar, Tabakalera, Centro de Arte dos de Mayo, La Casa Encendida, and also amongst others, in festivals such as FEMTEK Prácticas Artísticas Contemporáneas, Feminismos y tecnología, Festival de Literatura Amplificada Kosmopolis and The International Festival of Video Art ‘LOOP’ in Barcelona.

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Sustancias estupefacientes. Remedios farmacológicos. Son los dos significados principales que asociamos a la palabra droga. Ambos están relacionados con otra acepción del término, más infrecuente hoy en día: la deuda y, con ella, el malestar que nos produce deber algo: dinero, afectos… la falta de reciprocidad. Así, la cuestión de la droga se nos puede plantear como una parte de la deuda que siempre tenemos contraída con el placer (como decía John Lanchester) y, a la vez, como una demanda urgente de nuestro cuerpo enfermo, que nunca podremos satisfacer por completo. En ambos casos, la adicción, como consecuencia del trato frecuente con el narco, es un rumor físico y psíquico, un grito sordo a través del cual el sujeto expresa su propia insuficiencia: no me basto. En este sujeto incompleto o carente, que es también el sujeto del amor y de la libido, parece que los valores científicos y filosóficos que han conformado la estructura moderna del yo han sufrido una lisérgica inversión. Si la droga es sustancia, entonces el individuo es, a su vez, accidente, efecto secundario de la administración exacta o excesiva de la pastilla o del líquido. Nuestras identidades se describen en la letra pequeña de los prospectos de los medicamentos, que, como afirmaba J. G. Ballard, son literatura y, como escritura del síntoma, narran posibilidades, peligros, expansiones y exaltaciones de los sentidos y de la mente. (NARCOHUMANISMO, comisariado junto a Eloy Fernández Porta, 2022). — Sustancias estupefacientes. Remedios farmacológicos. Son los dos significados principales que asociamos a la palabra droga. Ambos están relacionados con otra acepción del término, más infrecuente hoy en día: la deuda y, con ella, el malestar que nos produce deber algo: dinero, afectos… la falta de reciprocidad. Así, la cuestión de la droga se nos puede plantear como una parte de la deuda que siempre tenemos contraída con el placer (como decía John Lanchester) y, a la vez, como una demanda urgente de nuestro cuerpo enfermo, que nunca podremos satisfacer por completo. En ambos casos, la adicción, como consecuencia del trato frecuente con el narco, es un rumor físico y psíquico, un grito sordo a través del cual el sujeto expresa su propia insuficiencia: no me basto. En este sujeto incompleto o carente, que es también el sujeto del amor y de la libido, parece que los valores científicos y filosóficos que han conformado la estructura moderna del yo han sufrido una lisérgica inversión. Si la droga es sustancia, entonces el individuo es, a su vez, accidente, efecto secundario de la administración exacta o excesiva de la pastilla o del líquido. Nuestras identidades se describen en la letra pequeña de los prospectos de los medicamentos, que, como afirmaba J. G. Ballard, son literatura y, como escritura del síntoma, narran posibilidades, peligros, expansiones y exaltaciones de los sentidos y de la mente. (NARCOHUMANISMO, comisariado junto a Eloy Fernández Porta, 2022). — Sustancias estupefacientes. Remedios farmacológicos. Son los dos significados principales que asociamos a la palabra droga. Ambos están relacionados con otra acepción del término, más infrecuente hoy en día: la deuda y, con ella, el malestar que nos produce deber algo: dinero, afectos… la falta de reciprocidad. Así, la cuestión de la droga se nos puede plantear como una parte de la deuda que siempre tenemos contraída con el placer (como decía John Lanchester) y, a la vez, como una demanda urgente de nuestro cuerpo enfermo, que nunca podremos satisfacer por completo. En ambos casos, la adicción, como consecuencia del trato frecuente con el narco, es un rumor físico y psíquico, un grito sordo a través del cual el sujeto expresa su propia insuficiencia: no me basto. En este sujeto incompleto o carente, que es también el sujeto del amor y de la libido, parece que los valores científicos y filosóficos que han conformado la estructura moderna del yo han sufrido una lisérgica inversión. Si la droga es sustancia, entonces el individuo es, a su vez, accidente, efecto secundario de la administración exacta o excesiva de la pastilla o del líquido. Nuestras identidades se describen en la letra pequeña de los prospectos de los medicamentos, que, como afirmaba J. G. Ballard, son literatura y, como escritura del síntoma, narran posibilidades, peligros, expansiones y exaltaciones de los sentidos y de la mente. (NARCOHUMANISMO, comisariado junto a Eloy Fernández Porta, 2022). — Sustancias estupefacientes. Remedios farmacológicos. Son los dos significados principales que asociamos a la palabra droga. Ambos están relacionados con otra acepción del término, más infrecuente hoy en día: la deuda y, con ella, el malestar que nos produce deber algo: dinero, afectos… la falta de reciprocidad. Así, la cuestión de la droga se nos puede plantear como una parte de la deuda que siempre tenemos contraída con el placer (como decía John Lanchester) y, a la vez, como una demanda urgente de nuestro cuerpo enfermo, que nunca podremos satisfacer por completo. En ambos casos, la adicción, como consecuencia del trato frecuente con el narco, es un rumor físico y psíquico, un grito sordo a través del cual el sujeto expresa su propia insuficiencia: no me basto. En este sujeto incompleto o carente, que es también el sujeto del amor y de la libido, parece que los valores científicos y filosóficos que han conformado la estructura moderna del yo han sufrido una lisérgica inversión. Si la droga es sustancia, entonces el individuo es, a su vez, accidente, efecto secundario de la administración exacta o excesiva de la pastilla o del líquido. Nuestras identidades se describen en la letra pequeña de los prospectos de los medicamentos, que, como afirmaba J. G. Ballard, son literatura y, como escritura del síntoma, narran posibilidades, peligros, expansiones y exaltaciones de los sentidos y de la mente. (NARCOHUMANISMO, comisariado junto a Eloy Fernández Porta, 2022). — Sustancias estupefacientes. Remedios farmacológicos. Son los dos significados principales que asociamos a la palabra droga. Ambos están relacionados con otra acepción del término, más infrecuente hoy en día: la deuda y, con ella, el malestar que nos produce deber algo: dinero, afectos… la falta de reciprocidad. Así, la cuestión de la droga se nos puede plantear como una parte de la deuda que siempre tenemos contraída con el placer (como decía John Lanchester) y, a la vez, como una demanda urgente de nuestro cuerpo enfermo, que nunca podremos satisfacer por completo. En ambos casos, la adicción, como consecuencia del trato frecuente con el narco, es un rumor físico y psíquico, un grito sordo a través del cual el sujeto expresa su propia insuficiencia: no me basto. En este sujeto incompleto o carente, que es también el sujeto del amor y de la libido, parece que los valores científicos y filosóficos que han conformado la estructura moderna del yo han sufrido una lisérgica inversión. Si la droga es sustancia, entonces el individuo es, a su vez, accidente, efecto secundario de la administración exacta o excesiva de la pastilla o del líquido. Nuestras identidades se describen en la letra pequeña de los prospectos de los medicamentos, que, como afirmaba J. G. Ballard, son literatura y, como escritura del síntoma, narran posibilidades, peligros, expansiones y exaltaciones de los sentidos y de la mente. (NARCOHUMANISMO, comisariado junto a Eloy Fernández Porta, 2022). — Sustancias estupefacientes. Remedios farmacológicos. Son los dos significados principales que asociamos a la palabra droga. Ambos están relacionados con otra acepción del término, más infrecuente hoy en día: la deuda y, con ella, el malestar que nos produce deber algo: dinero, afectos… la falta de reciprocidad. Así, la cuestión de la droga se nos puede plantear como una parte de la deuda que siempre tenemos contraída con el placer (como decía John Lanchester) y, a la vez, como una demanda urgente de nuestro cuerpo enfermo, que nunca podremos satisfacer por completo. En ambos casos, la adicción, como consecuencia del trato frecuente con el narco, es un rumor físico y psíquico, un grito sordo a través del cual el sujeto expresa su propia insuficiencia: no me basto. En este sujeto incompleto o carente, que es también el sujeto del amor y de la libido, parece que los valores científicos y filosóficos que han conformado la estructura moderna del yo han sufrido una lisérgica inversión. Si la droga es sustancia, entonces el individuo es, a su vez, accidente, efecto secundario de la administración exacta o excesiva de la pastilla o del líquido. Nuestras identidades se describen en la letra pequeña de los prospectos de los medicamentos, que, como afirmaba J. G. Ballard, son literatura y, como escritura del síntoma, narran posibilidades, peligros, expansiones y exaltaciones de los sentidos y de la mente. (NARCOHUMANISMO, comisariado junto a Eloy Fernández Porta, 2022). — Sustancias estupefacientes. Remedios farmacológicos. Son los dos significados principales que asociamos a la palabra droga. Ambos están relacionados con otra acepción del término, más infrecuente hoy en día: la deuda y, con ella, el malestar que nos produce deber algo: dinero, afectos… la falta de reciprocidad. Así, la cuestión de la droga se nos puede plantear como una parte de la deuda que siempre tenemos contraída con el placer (como decía John Lanchester) y, a la vez, como una demanda urgente de nuestro cuerpo enfermo, que nunca podremos satisfacer por completo. En ambos casos, la adicción, como consecuencia del trato frecuente con el narco, es un rumor físico y psíquico, un grito sordo a través del cual el sujeto expresa su propia insuficiencia: no me basto. En este sujeto incompleto o carente, que es también el sujeto del amor y de la libido, parece que los valores científicos y filosóficos que han conformado la estructura moderna del yo han sufrido una lisérgica inversión. Si la droga es sustancia, entonces el individuo es, a su vez, accidente, efecto secundario de la administración exacta o excesiva de la pastilla o del líquido. Nuestras identidades se describen en la letra pequeña de los prospectos de los medicamentos, que, como afirmaba J. G. Ballard, son literatura y, como escritura del síntoma, narran posibilidades, peligros, expansiones y exaltaciones de los sentidos y de la mente. (NARCOHUMANISMO, comisariado junto a Eloy Fernández Porta, 2022). — Sustancias estupefacientes. Remedios farmacológicos. Son los dos significados principales que asociamos a la palabra droga. Ambos están relacionados con otra acepción del término, más infrecuente hoy en día: la deuda y, con ella, el malestar que nos produce deber algo: dinero, afectos… la falta de reciprocidad. Así, la cuestión de la droga se nos puede plantear como una parte de la deuda que siempre tenemos contraída con el placer (como decía John Lanchester) y, a la vez, como una demanda urgente de nuestro cuerpo enfermo, que nunca podremos satisfacer por completo. En ambos casos, la adicción, como consecuencia del trato frecuente con el narco, es un rumor físico y psíquico, un grito sordo a través del cual el sujeto expresa su propia insuficiencia: no me basto. En este sujeto incompleto o carente, que es también el sujeto del amor y de la libido, parece que los valores científicos y filosóficos que han conformado la estructura moderna del yo han sufrido una lisérgica inversión. Si la droga es sustancia, entonces el individuo es, a su vez, accidente, efecto secundario de la administración exacta o excesiva de la pastilla o del líquido. Nuestras identidades se describen en la letra pequeña de los prospectos de los medicamentos, que, como afirmaba J. G. Ballard, son literatura y, como escritura del síntoma, narran posibilidades, peligros, expansiones y exaltaciones de los sentidos y de la mente. (NARCOHUMANISMO, comisariado junto a Eloy Fernández Porta, 2022). — Sustancias estupefacientes. Remedios farmacológicos. Son los dos significados principales que asociamos a la palabra droga. Ambos están relacionados con otra acepción del término, más infrecuente hoy en día: la deuda y, con ella, el malestar que nos produce deber algo: dinero, afectos… la falta de reciprocidad. Así, la cuestión de la droga se nos puede plantear como una parte de la deuda que siempre tenemos contraída con el placer (como decía John Lanchester) y, a la vez, como una demanda urgente de nuestro cuerpo enfermo, que nunca podremos satisfacer por completo. En ambos casos, la adicción, como consecuencia del trato frecuente con el narco, es un rumor físico y psíquico, un grito sordo a través del cual el sujeto expresa su propia insuficiencia: no me basto. En este sujeto incompleto o carente, que es también el sujeto del amor y de la libido, parece que los valores científicos y filosóficos que han conformado la estructura moderna del yo han sufrido una lisérgica inversión. Si la droga es sustancia, entonces el individuo es, a su vez, accidente, efecto secundario de la administración exacta o excesiva de la pastilla o del líquido. Nuestras identidades se describen en la letra pequeña de los prospectos de los medicamentos, que, como afirmaba J. G. Ballard, son literatura y, como escritura del síntoma, narran posibilidades, peligros, expansiones y exaltaciones de los sentidos y de la mente. (NARCOHUMANISMO, comisariado junto a Eloy Fernández Porta, 2022). — Sustancias estupefacientes. Remedios farmacológicos. Son los dos significados principales que asociamos a la palabra droga. Ambos están relacionados con otra acepción del término, más infrecuente hoy en día: la deuda y, con ella, el malestar que nos produce deber algo: dinero, afectos… la falta de reciprocidad. Así, la cuestión de la droga se nos puede plantear como una parte de la deuda que siempre tenemos contraída con el placer (como decía John Lanchester) y, a la vez, como una demanda urgente de nuestro cuerpo enfermo, que nunca podremos satisfacer por completo. En ambos casos, la adicción, como consecuencia del trato frecuente con el narco, es un rumor físico y psíquico, un grito sordo a través del cual el sujeto expresa su propia insuficiencia: no me basto. En este sujeto incompleto o carente, que es también el sujeto del amor y de la libido, parece que los valores científicos y filosóficos que han conformado la estructura moderna del yo han sufrido una lisérgica inversión. Si la droga es sustancia, entonces el individuo es, a su vez, accidente, efecto secundario de la administración exacta o excesiva de la pastilla o del líquido. Nuestras identidades se describen en la letra pequeña de los prospectos de los medicamentos, que, como afirmaba J. G. Ballard, son literatura y, como escritura del síntoma, narran posibilidades, peligros, expansiones y exaltaciones de los sentidos y de la mente. (NARCOHUMANISMO, comisariado junto a Eloy Fernández Porta, 2022). — Sustancias estupefacientes. Remedios farmacológicos. Son los dos significados principales que asociamos a la palabra droga. Ambos están relacionados con otra acepción del término, más infrecuente hoy en día: la deuda y, con ella, el malestar que nos produce deber algo: dinero, afectos… la falta de reciprocidad. Así, la cuestión de la droga se nos puede plantear como una parte de la deuda que siempre tenemos contraída con el placer (como decía John Lanchester) y, a la vez, como una demanda urgente de nuestro cuerpo enfermo, que nunca podremos satisfacer por completo. En ambos casos, la adicción, como consecuencia del trato frecuente con el narco, es un rumor físico y psíquico, un grito sordo a través del cual el sujeto expresa su propia insuficiencia: no me basto. En este sujeto incompleto o carente, que es también el sujeto del amor y de la libido, parece que los valores científicos y filosóficos que han conformado la estructura moderna del yo han sufrido una lisérgica inversión. Si la droga es sustancia, entonces el individuo es, a su vez, accidente, efecto secundario de la administración exacta o excesiva de la pastilla o del líquido. Nuestras identidades se describen en la letra pequeña de los prospectos de los medicamentos, que, como afirmaba J. G. Ballard, son literatura y, como escritura del síntoma, narran posibilidades, peligros, expansiones y exaltaciones de los sentidos y de la mente. (NARCOHUMANISMO, comisariado junto a Eloy Fernández Porta, 2022). — Sustancias estupefacientes. Remedios farmacológicos. Son los dos significados principales que asociamos a la palabra droga. Ambos están relacionados con otra acepción del término, más infrecuente hoy en día: la deuda y, con ella, el malestar que nos produce deber algo: dinero, afectos… la falta de reciprocidad. Así, la cuestión de la droga se nos puede plantear como una parte de la deuda que siempre tenemos contraída con el placer (como decía John Lanchester) y, a la vez, como una demanda urgente de nuestro cuerpo enfermo, que nunca podremos satisfacer por completo. En ambos casos, la adicción, como consecuencia del trato frecuente con el narco, es un rumor físico y psíquico, un grito sordo a través del cual el sujeto expresa su propia insuficiencia: no me basto. En este sujeto incompleto o carente, que es también el sujeto del amor y de la libido, parece que los valores científicos y filosóficos que han conformado la estructura moderna del yo han sufrido una lisérgica inversión. Si la droga es sustancia, entonces el individuo es, a su vez, accidente, efecto secundario de la administración exacta o excesiva de la pastilla o del líquido. Nuestras identidades se describen en la letra pequeña de los prospectos de los medicamentos, que, como afirmaba J. G. Ballard, son literatura y, como escritura del síntoma, narran posibilidades, peligros, expansiones y exaltaciones de los sentidos y de la mente. (NARCOHUMANISMO, comisariado junto a Eloy Fernández Porta, 2022). — Sustancias estupefacientes. Remedios farmacológicos. Son los dos significados principales que asociamos a la palabra droga. 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Si la droga es sustancia, entonces el individuo es, a su vez, accidente, efecto secundario de la administración exacta o excesiva de la pastilla o del líquido. Nuestras identidades se describen en la letra pequeña de los prospectos de los medicamentos, que, como afirmaba J. G. Ballard, son literatura y, como escritura del síntoma, narran posibilidades, peligros, expansiones y exaltaciones de los sentidos y de la mente. (NARCOHUMANISMO, comisariado junto a Eloy Fernández Porta, 2022). — Sustancias estupefacientes. Remedios farmacológicos. Son los dos significados principales que asociamos a la palabra droga. Ambos están relacionados con otra acepción del término, más infrecuente hoy en día: la deuda y, con ella, el malestar que nos produce deber algo: dinero, afectos… la falta de reciprocidad. Así, la cuestión de la droga se nos puede plantear como una parte de la deuda que siempre tenemos contraída con el placer (como decía John Lanchester) y, a la vez, como una demanda urgente de nuestro cuerpo enfermo, que nunca podremos satisfacer por completo. En ambos casos, la adicción, como consecuencia del trato frecuente con el narco, es un rumor físico y psíquico, un grito sordo a través del cual el sujeto expresa su propia insuficiencia: no me basto. En este sujeto incompleto o carente, que es también el sujeto del amor y de la libido, parece que los valores científicos y filosóficos que han conformado la estructura moderna del yo han sufrido una lisérgica inversión. Si la droga es sustancia, entonces el individuo es, a su vez, accidente, efecto secundario de la administración exacta o excesiva de la pastilla o del líquido. Nuestras identidades se describen en la letra pequeña de los prospectos de los medicamentos, que, como afirmaba J. G. Ballard, son literatura y, como escritura del síntoma, narran posibilidades, peligros, expansiones y exaltaciones de los sentidos y de la mente. (NARCOHUMANISMO, comisariado junto a Eloy Fernández Porta, 2022). — Sustancias estupefacientes. Remedios farmacológicos. Son los dos significados principales que asociamos a la palabra droga. Ambos están relacionados con otra acepción del término, más infrecuente hoy en día: la deuda y, con ella, el malestar que nos produce deber algo: dinero, afectos… la falta de reciprocidad. Así, la cuestión de la droga se nos puede plantear como una parte de la deuda que siempre tenemos contraída con el placer (como decía John Lanchester) y, a la vez, como una demanda urgente de nuestro cuerpo enfermo, que nunca podremos satisfacer por completo. En ambos casos, la adicción, como consecuencia del trato frecuente con el narco, es un rumor físico y psíquico, un grito sordo a través del cual el sujeto expresa su propia insuficiencia: no me basto. En este sujeto incompleto o carente, que es también el sujeto del amor y de la libido, parece que los valores científicos y filosóficos que han conformado la estructura moderna del yo han sufrido una lisérgica inversión. Si la droga es sustancia, entonces el individuo es, a su vez, accidente, efecto secundario de la administración exacta o excesiva de la pastilla o del líquido. Nuestras identidades se describen en la letra pequeña de los prospectos de los medicamentos, que, como afirmaba J. G. Ballard, son literatura y, como escritura del síntoma, narran posibilidades, peligros, expansiones y exaltaciones de los sentidos y de la mente. (NARCOHUMANISMO, comisariado junto a Eloy Fernández Porta, 2022). — Sustancias estupefacientes. Remedios farmacológicos. Son los dos significados principales que asociamos a la palabra droga. Ambos están relacionados con otra acepción del término, más infrecuente hoy en día: la deuda y, con ella, el malestar que nos produce deber algo: dinero, afectos… la falta de reciprocidad. Así, la cuestión de la droga se nos puede plantear como una parte de la deuda que siempre tenemos contraída con el placer (como decía John Lanchester) y, a la vez, como una demanda urgente de nuestro cuerpo enfermo, que nunca podremos satisfacer por completo. En ambos casos, la adicción, como consecuencia del trato frecuente con el narco, es un rumor físico y psíquico, un grito sordo a través del cual el sujeto expresa su propia insuficiencia: no me basto. En este sujeto incompleto o carente, que es también el sujeto del amor y de la libido, parece que los valores científicos y filosóficos que han conformado la estructura moderna del yo han sufrido una lisérgica inversión. Si la droga es sustancia, entonces el individuo es, a su vez, accidente, efecto secundario de la administración exacta o excesiva de la pastilla o del líquido. Nuestras identidades se describen en la letra pequeña de los prospectos de los medicamentos, que, como afirmaba J. G. Ballard, son literatura y, como escritura del síntoma, narran posibilidades, peligros, expansiones y exaltaciones de los sentidos y de la mente. (NARCOHUMANISMO, comisariado junto a Eloy Fernández Porta, 2022). — Sustancias estupefacientes. Remedios farmacológicos. Son los dos significados principales que asociamos a la palabra droga. Ambos están relacionados con otra acepción del término, más infrecuente hoy en día: la deuda y, con ella, el malestar que nos produce deber algo: dinero, afectos… la falta de reciprocidad. Así, la cuestión de la droga se nos puede plantear como una parte de la deuda que siempre tenemos contraída con el placer (como decía John Lanchester) y, a la vez, como una demanda urgente de nuestro cuerpo enfermo, que nunca podremos satisfacer por completo. En ambos casos, la adicción, como consecuencia del trato frecuente con el narco, es un rumor físico y psíquico, un grito sordo a través del cual el sujeto expresa su propia insuficiencia: no me basto. En este sujeto incompleto o carente, que es también el sujeto del amor y de la libido, parece que los valores científicos y filosóficos que han conformado la estructura moderna del yo han sufrido una lisérgica inversión. Si la droga es sustancia, entonces el individuo es, a su vez, accidente, efecto secundario de la administración exacta o excesiva de la pastilla o del líquido. Nuestras identidades se describen en la letra pequeña de los prospectos de los medicamentos, que, como afirmaba J. G. Ballard, son literatura y, como escritura del síntoma, narran posibilidades, peligros, expansiones y exaltaciones de los sentidos y de la mente. (NARCOHUMANISMO, comisariado junto a Eloy Fernández Porta, 2022). — Sustancias estupefacientes. Remedios farmacológicos. Son los dos significados principales que asociamos a la palabra droga. Ambos están relacionados con otra acepción del término, más infrecuente hoy en día: la deuda y, con ella, el malestar que nos produce deber algo: dinero, afectos… la falta de reciprocidad. Así, la cuestión de la droga se nos puede plantear como una parte de la deuda que siempre tenemos contraída con el placer (como decía John Lanchester) y, a la vez, como una demanda urgente de nuestro cuerpo enfermo, que nunca podremos satisfacer por completo. En ambos casos, la adicción, como consecuencia del trato frecuente con el narco, es un rumor físico y psíquico, un grito sordo a través del cual el sujeto expresa su propia insuficiencia: no me basto. 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En este sujeto incompleto o carente, que es también el sujeto del amor y de la libido, parece que los valores científicos y filosóficos que han conformado la estructura moderna del yo han sufrido una lisérgica inversión. Si la droga es sustancia, entonces el individuo es, a su vez, accidente, efecto secundario de la administración exacta o excesiva de la pastilla o del líquido. Nuestras identidades se describen en la letra pequeña de los prospectos de los medicamentos, que, como afirmaba J. G. Ballard, son literatura y, como escritura del síntoma, narran posibilidades, peligros, expansiones y exaltaciones de los sentidos y de la mente. (NARCOHUMANISMO, comisariado junto a Eloy Fernández Porta, 2022). — Sustancias estupefacientes. Remedios farmacológicos. Son los dos significados principales que asociamos a la palabra droga. Ambos están relacionados con otra acepción del término, más infrecuente hoy en día: la deuda y, con ella, el malestar que nos produce deber algo: dinero, afectos… la falta de reciprocidad. Así, la cuestión de la droga se nos puede plantear como una parte de la deuda que siempre tenemos contraída con el placer (como decía John Lanchester) y, a la vez, como una demanda urgente de nuestro cuerpo enfermo, que nunca podremos satisfacer por completo. En ambos casos, la adicción, como consecuencia del trato frecuente con el narco, es un rumor físico y psíquico, un grito sordo a través del cual el sujeto expresa su propia insuficiencia: no me basto. En este sujeto incompleto o carente, que es también el sujeto del amor y de la libido, parece que los valores científicos y filosóficos que han conformado la estructura moderna del yo han sufrido una lisérgica inversión. Si la droga es sustancia, entonces el individuo es, a su vez, accidente, efecto secundario de la administración exacta o excesiva de la pastilla o del líquido. Nuestras identidades se describen en la letra pequeña de los prospectos de los medicamentos, que, como afirmaba J. G. Ballard, son literatura y, como escritura del síntoma, narran posibilidades, peligros, expansiones y exaltaciones de los sentidos y de la mente. (NARCOHUMANISMO, comisariado junto a Eloy Fernández Porta, 2022). — Sustancias estupefacientes. Remedios farmacológicos. Son los dos significados principales que asociamos a la palabra droga. Ambos están relacionados con otra acepción del término, más infrecuente hoy en día: la deuda y, con ella, el malestar que nos produce deber algo: dinero, afectos… la falta de reciprocidad. Así, la cuestión de la droga se nos puede plantear como una parte de la deuda que siempre tenemos contraída con el placer (como decía John Lanchester) y, a la vez, como una demanda urgente de nuestro cuerpo enfermo, que nunca podremos satisfacer por completo. En ambos casos, la adicción, como consecuencia del trato frecuente con el narco, es un rumor físico y psíquico, un grito sordo a través del cual el sujeto expresa su propia insuficiencia: no me basto. En este sujeto incompleto o carente, que es también el sujeto del amor y de la libido, parece que los valores científicos y filosóficos que han conformado la estructura moderna del yo han sufrido una lisérgica inversión. Si la droga es sustancia, entonces el individuo es, a su vez, accidente, efecto secundario de la administración exacta o excesiva de la pastilla o del líquido. Nuestras identidades se describen en la letra pequeña de los prospectos de los medicamentos, que, como afirmaba J. G. Ballard, son literatura y, como escritura del síntoma, narran posibilidades, peligros, expansiones y exaltaciones de los sentidos y de la mente. (NARCOHUMANISMO, comisariado junto a Eloy Fernández Porta, 2022). — Sustancias estupefacientes. Remedios farmacológicos. Son los dos significados principales que asociamos a la palabra droga. Ambos están relacionados con otra acepción del término, más infrecuente hoy en día: la deuda y, con ella, el malestar que nos produce deber algo: dinero, afectos… la falta de reciprocidad. Así, la cuestión de la droga se nos puede plantear como una parte de la deuda que siempre tenemos contraída con el placer (como decía John Lanchester) y, a la vez, como una demanda urgente de nuestro cuerpo enfermo, que nunca podremos satisfacer por completo. En ambos casos, la adicción, como consecuencia del trato frecuente con el narco, es un rumor físico y psíquico, un grito sordo a través del cual el sujeto expresa su propia insuficiencia: no me basto. En este sujeto incompleto o carente, que es también el sujeto del amor y de la libido, parece que los valores científicos y filosóficos que han conformado la estructura moderna del yo han sufrido una lisérgica inversión. Si la droga es sustancia, entonces el individuo es, a su vez, accidente, efecto secundario de la administración exacta o excesiva de la pastilla o del líquido. Nuestras identidades se describen en la letra pequeña de los prospectos de los medicamentos, que, como afirmaba J. G. Ballard, son literatura y, como escritura del síntoma, narran posibilidades, peligros, expansiones y exaltaciones de los sentidos y de la mente. (NARCOHUMANISMO, comisariado junto a Eloy Fernández Porta, 2022). — Sustancias estupefacientes. Remedios farmacológicos. Son los dos significados principales que asociamos a la palabra droga. Ambos están relacionados con otra acepción del término, más infrecuente hoy en día: la deuda y, con ella, el malestar que nos produce deber algo: dinero, afectos… la falta de reciprocidad. Así, la cuestión de la droga se nos puede plantear como una parte de la deuda que siempre tenemos contraída con el placer (como decía John Lanchester) y, a la vez, como una demanda urgente de nuestro cuerpo enfermo, que nunca podremos satisfacer por completo. En ambos casos, la adicción, como consecuencia del trato frecuente con el narco, es un rumor físico y psíquico, un grito sordo a través del cual el sujeto expresa su propia insuficiencia: no me basto. En este sujeto incompleto o carente, que es también el sujeto del amor y de la libido, parece que los valores científicos y filosóficos que han conformado la estructura moderna del yo han sufrido una lisérgica inversión. Si la droga es sustancia, entonces el individuo es, a su vez, accidente, efecto secundario de la administración exacta o excesiva de la pastilla o del líquido. Nuestras identidades se describen en la letra pequeña de los prospectos de los medicamentos, que, como afirmaba J. G. Ballard, son literatura y, como escritura del síntoma, narran posibilidades, peligros, expansiones y exaltaciones de los sentidos y de la mente. (NARCOHUMANISMO, comisariado junto a Eloy Fernández Porta, 2022). — Sustancias estupefacientes. Remedios farmacológicos. Son los dos significados principales que asociamos a la palabra droga. Ambos están relacionados con otra acepción del término, más infrecuente hoy en día: la deuda y, con ella, el malestar que nos produce deber algo: dinero, afectos… la falta de reciprocidad. Así, la cuestión de la droga se nos puede plantear como una parte de la deuda que siempre tenemos contraída con el placer (como decía John Lanchester) y, a la vez, como una demanda urgente de nuestro cuerpo enfermo, que nunca podremos satisfacer por completo. En ambos casos, la adicción, como consecuencia del trato frecuente con el narco, es un rumor físico y psíquico, un grito sordo a través del cual el sujeto expresa su propia insuficiencia: no me basto. En este sujeto incompleto o carente, que es también el sujeto del amor y de la libido, parece que los valores científicos y filosóficos que han conformado la estructura moderna del yo han sufrido una lisérgica inversión. Si la droga es sustancia, entonces el individuo es, a su vez, accidente, efecto secundario de la administración exacta o excesiva de la pastilla o del líquido. Nuestras identidades se describen en la letra pequeña de los prospectos de los medicamentos, que, como afirmaba J. G. Ballard, son literatura y, como escritura del síntoma, narran posibilidades, peligros, expansiones y exaltaciones de los sentidos y de la mente. (NARCOHUMANISMO, comisariado junto a Eloy Fernández Porta, 2022). — Sustancias estupefacientes. Remedios farmacológicos. Son los dos significados principales que asociamos a la palabra droga. Ambos están relacionados con otra acepción del término, más infrecuente hoy en día: la deuda y, con ella, el malestar que nos produce deber algo: dinero, afectos… la falta de reciprocidad. Así, la cuestión de la droga se nos puede plantear como una parte de la deuda que siempre tenemos contraída con el placer (como decía John Lanchester) y, a la vez, como una demanda urgente de nuestro cuerpo enfermo, que nunca podremos satisfacer por completo. En ambos casos, la adicción, como consecuencia del trato frecuente con el narco, es un rumor físico y psíquico, un grito sordo a través del cual el sujeto expresa su propia insuficiencia: no me basto. En este sujeto incompleto o carente, que es también el sujeto del amor y de la libido, parece que los valores científicos y filosóficos que han conformado la estructura moderna del yo han sufrido una lisérgica inversión. Si la droga es sustancia, entonces el individuo es, a su vez, accidente, efecto secundario de la administración exacta o excesiva de la pastilla o del líquido. Nuestras identidades se describen en la letra pequeña de los prospectos de los medicamentos, que, como afirmaba J. G. Ballard, son literatura y, como escritura del síntoma, narran posibilidades, peligros, expansiones y exaltaciones de los sentidos y de la mente. (NARCOHUMANISMO, comisariado junto a Eloy Fernández Porta, 2022). — Sustancias estupefacientes. Remedios farmacológicos. Son los dos significados principales que asociamos a la palabra droga. Ambos están relacionados con otra acepción del término, más infrecuente hoy en día: la deuda y, con ella, el malestar que nos produce deber algo: dinero, afectos… la falta de reciprocidad. Así, la cuestión de la droga se nos puede plantear como una parte de la deuda que siempre tenemos contraída con el placer (como decía John Lanchester) y, a la vez, como una demanda urgente de nuestro cuerpo enfermo, que nunca podremos satisfacer por completo. En ambos casos, la adicción, como consecuencia del trato frecuente con el narco, es un rumor físico y psíquico, un grito sordo a través del cual el sujeto expresa su propia insuficiencia: no me basto. En este sujeto incompleto o carente, que es también el sujeto del amor y de la libido, parece que los valores científicos y filosóficos que han conformado la estructura moderna del yo han sufrido una lisérgica inversión. Si la droga es sustancia, entonces el individuo es, a su vez, accidente, efecto secundario de la administración exacta o excesiva de la pastilla o del líquido. Nuestras identidades se describen en la letra pequeña de los prospectos de los medicamentos, que, como afirmaba J. G. Ballard, son literatura y, como escritura del síntoma, narran posibilidades, peligros, expansiones y exaltaciones de los sentidos y de la mente. (NARCOHUMANISMO, comisariado junto a Eloy Fernández Porta, 2022). — Sustancias estupefacientes. Remedios farmacológicos. Son los dos significados principales que asociamos a la palabra droga. Ambos están relacionados con otra acepción del término, más infrecuente hoy en día: la deuda y, con ella, el malestar que nos produce deber algo: dinero, afectos… la falta de reciprocidad. Así, la cuestión de la droga se nos puede plantear como una parte de la deuda que siempre tenemos contraída con el placer (como decía John Lanchester) y, a la vez, como una demanda urgente de nuestro cuerpo enfermo, que nunca podremos satisfacer por completo. En ambos casos, la adicción, como consecuencia del trato frecuente con el narco, es un rumor físico y psíquico, un grito sordo a través del cual el sujeto expresa su propia insuficiencia: no me basto. En este sujeto incompleto o carente, que es también el sujeto del amor y de la libido, parece que los valores científicos y filosóficos que han conformado la estructura moderna del yo han sufrido una lisérgica inversión. Si la droga es sustancia, entonces el individuo es, a su vez, accidente, efecto secundario de la administración exacta o excesiva de la pastilla o del líquido. Nuestras identidades se describen en la letra pequeña de los prospectos de los medicamentos, que, como afirmaba J. G. Ballard, son literatura y, como escritura del síntoma, narran posibilidades, peligros, expansiones y exaltaciones de los sentidos y de la mente. (NARCOHUMANISMO, comisariado junto a Eloy Fernández Porta, 2022). — Sustancias estupefacientes. Remedios farmacológicos. Son los dos significados principales que asociamos a la palabra droga. Ambos están relacionados con otra acepción del término, más infrecuente hoy en día: la deuda y, con ella, el malestar que nos produce deber algo: dinero, afectos… la falta de reciprocidad. Así, la cuestión de la droga se nos puede plantear como una parte de la deuda que siempre tenemos contraída con el placer (como decía John Lanchester) y, a la vez, como una demanda urgente de nuestro cuerpo enfermo, que nunca podremos satisfacer por completo. En ambos casos, la adicción, como consecuencia del trato frecuente con el narco, es un rumor físico y psíquico, un grito sordo a través del cual el sujeto expresa su propia insuficiencia: no me basto. En este sujeto incompleto o carente, que es también el sujeto del amor y de la libido, parece que los valores científicos y filosóficos que han conformado la estructura moderna del yo han sufrido una lisérgica inversión. Si la droga es sustancia, entonces el individuo es, a su vez, accidente, efecto secundario de la administración exacta o excesiva de la pastilla o del líquido. Nuestras identidades se describen en la letra pequeña de los prospectos de los medicamentos, que, como afirmaba J. G. Ballard, son literatura y, como escritura del síntoma, narran posibilidades, peligros, expansiones y exaltaciones de los sentidos y de la mente. (NARCOHUMANISMO, comisariado junto a Eloy Fernández Porta, 2022). — Sustancias estupefacientes. Remedios farmacológicos. Son los dos significados principales que asociamos a la palabra droga. Ambos están relacionados con otra acepción del término, más infrecuente hoy en día: la deuda y, con ella, el malestar que nos produce deber algo: dinero, afectos… la falta de reciprocidad. Así, la cuestión de la droga se nos puede plantear como una parte de la deuda que siempre tenemos contraída con el placer (como decía John Lanchester) y, a la vez, como una demanda urgente de nuestro cuerpo enfermo, que nunca podremos satisfacer por completo. En ambos casos, la adicción, como consecuencia del trato frecuente con el narco, es un rumor físico y psíquico, un grito sordo a través del cual el sujeto expresa su propia insuficiencia: no me basto. En este sujeto incompleto o carente, que es también el sujeto del amor y de la libido, parece que los valores científicos y filosóficos que han conformado la estructura moderna del yo han sufrido una lisérgica inversión. Si la droga es sustancia, entonces el individuo es, a su vez, accidente, efecto secundario de la administración exacta o excesiva de la pastilla o del líquido. Nuestras identidades se describen en la letra pequeña de los prospectos de los medicamentos, que, como afirmaba J. G. Ballard, son literatura y, como escritura del síntoma, narran posibilidades, peligros, expansiones y exaltaciones de los sentidos y de la mente. (NARCOHUMANISMO, comisariado junto a Eloy Fernández Porta, 2022). — Sustancias estupefacientes. Remedios farmacológicos. Son los dos significados principales que asociamos a la palabra droga. Ambos están relacionados con otra acepción del término, más infrecuente hoy en día: la deuda y, con ella, el malestar que nos produce deber algo: dinero, afectos… la falta de reciprocidad. Así, la cuestión de la droga se nos puede plantear como una parte de la deuda que siempre tenemos contraída con el placer (como decía John Lanchester) y, a la vez, como una demanda urgente de nuestro cuerpo enfermo, que nunca podremos satisfacer por completo. En ambos casos, la adicción, como consecuencia del trato frecuente con el narco, es un rumor físico y psíquico, un grito sordo a través del cual el sujeto expresa su propia insuficiencia: no me basto. En este sujeto incompleto o carente, que es también el sujeto del amor y de la libido, parece que los valores científicos y filosóficos que han conformado la estructura moderna del yo han sufrido una lisérgica inversión. Si la droga es sustancia, entonces el individuo es, a su vez, accidente, efecto secundario de la administración exacta o excesiva de la pastilla o del líquido. Nuestras identidades se describen en la letra pequeña de los prospectos de los medicamentos, que, como afirmaba J. G. Ballard, son literatura y, como escritura del síntoma, narran posibilidades, peligros, expansiones y exaltaciones de los sentidos y de la mente. (NARCOHUMANISMO, comisariado junto a Eloy Fernández Porta, 2022). —