Dos actores se reúnen para hablar –quizás discutir– sobre una conversación que no han mantenido ellos. Una conversación que habla de la alteración de los comportamientos cinematográficos y que se les ofrece para ser representada o, más bien, incorporada. ¿Puede una conversación llegar a convertirse en una práctica cinematográfica? ¿Puede ser cine? ¿Pueden las películas estar hechas a base de palabras?
El término syncinéma fue propuesto por el artista Maurice Lemaître en el libro Le Film est déjà commencé?, publicado en 1952 a partir del film que había realizado un año antes y que llevaba el mismo título. Más que una película podríamos considerarla un precedente del happening, ya que se proyectaba como una situación social determinada que alteraba la sala, apelando a los propios espectadores durante la reproducción del film. Como dice el propio Lemaître, consistía en un «hecho artístico o acto social basado en la alteración de la pantalla y de la sala mediante la producción de movimientos en el tiempo y el espacio, unidos a la participación del público y otros elementos extrínsecos a la propia película».
El syncinéma promueve un nuevo marco estético para la representación que pertenece a toda una genealogía de prácticas artísticas que alteran los comportamientos cinematográficos, como también sucede con el paracinema. Son dispositivos que se acercan a las prácticas artísticas contemporáneas y que activan el cine como un instrumento al servicio de la transformación de la película en un medio audiovisual: «un medio sin medio» con el que desconectar los vínculos habituales de la realidad a la que estamos sometidos. Aquí la pantalla negra aparece como espacio radical de expropiación del sentido y el teatro como un lugar de extrañamiento que permiten que el cine sea mucho más que imagen en movimiento.
Actores: Félix Pons y Maria Ribera
Proyecto realizado con el seguimiento de Sonia Fernández Pan
Premio de investigación Sala d’Art Jove 2016 en colaboración con MACBA