Subjetividades feministas y trabajo cultural en red 》ENSAYO PUBLICADO EN ARTÍCLE 7 DE SANT ANDREU CONTEMPORANI

NÚMERO DEDICADO A LAS POLÍTICAS DE LOS CUIDADOS

En diciembre de 2021, las editoras de la revista ARTICLE de Sant Andreu Contemporani de Barcelona me invitaron a escribir un texto en torno a las políticas de los cuidados. Esta invitación generó el contexto para pensar acerca de las subjetividades feministas en el trabajo cultural en red.

A continuación un fragmento del texto:

Extrañas influencias o queerizar la red

Sabemos que todas las telarañas se producen bajo unas condiciones materiales y afectivas determinadas, y que es cuando alteras estas condiciones que se revelan los límites de lo que ha sido aceptado como una norma o un patrón normal. Un claro ejemplo de ello quedó revelado en los resultados del experimento (un tanto bizarro) que en 1995, llevaron a cabo el farmacólogo Peter N. Witt junto con la NASA. Su “investigación científica” consistía en alimentar con drogas a un grupo de Araneus didematus (conocidas como House Spider) para observar los efectos de su ingesta en la deformación –e incluso abstracción– de los patrones estructurales de su red.

En su informe, los investigadores definían los resultados como redes “incompletas”, “caóticas”, “asimétricas”, “ineficientes”… pero la verdad es que desconocemos si las diversas (y preciosas) declinaciones de telaraña producidas bajo los efectos del consumo de drogas eran, en realidad, la enunciación material de otras formas y patrones de habitar y configurar mundo. De este experimento se desprenden algunas reflexiones sobre cómo el discurso de la toxicidad alude a diferentes campos de la política, especialmente aquellos que tocan el cuerpo. Pero más allá de la cuestión acerca de cómo las drogas intervienen en el ritmo del capitalismo, y a la inversa, de cómo el capitalismo interviene en los cuerpos que hacen red; lo que nos resulta verdaderamente interesante de la deformación de los patrones en estas telarañas es pensar cómo podrían los medios y las tecnologías que envenenan y afectan cuerpos y subjetividades también cuidar y empoderar. Si existen estrategias de intoxicación que puedan volverse contra sí mismas o si podría el cuerpo social intoxicado convertirse en el hogar de las socialidades queer.

Redes sociales como la que, en 2017, creó el artista y diseñador canadiense Lucas Larochelle con su proyecto www.queeringthemap.com (2017-en curso): una plataforma online colaborativa y autogenerada por la misma comunidad que archiva digitalmente su experiencia en relación con el espacio físico. Una web que funciona como una aplicación de mapa pero que, a diferencia de las apps más habituales como Google Maps, no se organiza por criterios neoliberales de eficiencia y optimización del tiempo, sino que su interfaz es más bien una cartografía de memorias vivas atravesadas por afectos situados y cuerpos intoxicados. Lxs usuarixs de la comunidad deciden los anclajes del mapa asociando a los lugares su propio relato sobre aquello que todavía sigue siendo desplazado a los márgenes o borrado de los archivos online. Diríamos, entonces, que QTM es una telaraña producida bajo los efectos de las formas de violencia estructural del sistema heteronormativo. Su comunidad trabaja para con una afinidad a través de la diferencia y más allá de las fronteras geopolíticas de la industria hegemónica de Internet. Desde formas de violencia más o menos explícita a momentos de amor arrebatador, los lugares ya no se pueden separar de la memoria de los cuerpos que los han ocupado.

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