verónica es una publicación concebida como un misal contemporáneo que reúne una colección microrrelatos, cuentos de miedo, parábolas sobre ciertas formas de horror contemporáneo escritas por las artistas, investigadoras y escritoras Sabina Urraca, Marta Echaves, José Begega y Ariadna Parreu.
A Sabina Urraca le interesan los poltergeist como máxima somatización de un estado sufriente, los objetos que se mueven a causa de la ira de los que los rodean, el cuerpo autoinmune como casa embrujada. Cree que todo individuo es una superposición de fantasmas. Sus parábolas son una sucesión de ceremonias en las que la protagonista intenta desembarazarse de la materia ectoplasmática que -SPOILER- la conforma, sin darse cuenta de que es imposible. Marta Echaves se centra en los archivos domésticos, los anecdotarios, y la historia oral, para a través de metáforas asociadas a una época concreta, generar dispositivos poéticos de memoria. La mirada de José Begega nos habla del placer, el duelo, la vergüenza, el trauma, la patologización y el estigma de lo que él entiende como “personajes secundarios”. En su texto toma como escusa a Manon, deidad ficticia de la película de 1996 “Jóvenes y brujas” para indagar en su pulsión por la muerte. Ariadna Parreu se sitúa donde acontece el toque, el encuentro entre masas y su imposibilidad cuántica. Su literatura nos habla de ese instante, esos estados materiales, esos gases discursivos, esos plasmas hablados y esos pesos pensados. Salir al encuentro como recorrer etimologías, historietas, recuerdos y discursos que se enmarañan, retuercen y desparecen. Sus textos son salir de fiesta, escribir de noche o mirarse en el espejo para vislumbrarse con el vello erizado.
El diseño es de José Duarte.
La publicación se enmarca en el proyecto curatorial ángel peligrosamente búho [duelos, espectros y materialidad]. Premio de comisariado Bcn Producció 2022, La Capella.
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EL CAMINO DE LA AMARGURA (prólogo)
Núria Gómez Gabriel
La Verónica limpia el rostro a Jesús. De hecho, la Verónica es el pañuelo con el que, según cuenta la Biblia, un personaje del que nada nos dicen los evangelistas y que, con toda probabilidad, es un invento de la piedad y la ternura cristianas, habría limpiado, conmovido, el rostro sucio, dolorido y ensangrentado de Jesús en el Camino de la Amargura. La Verónica es el lienzo, la impresión en sangre y mierda, la vera icona, la imagen, el trazo, el espectro material que evoca a todos aquellos rostros desfigurados por enojo, ira, gritería y maledicencia. Cómo la herida y el maltrato, habiendo pasado a la imagen los trazos de mugre y muerte, merecen la atención de todas aquellas que queremos conocer su estómago, enjugar su sudor y beber su sangre vivificadora.
o cómo.
A nosotras el amor de Dios nos importa un bledo. Lo que nos reúne aquí es una colección de parábolas, microrrelatos, cuentos de miedo sobre besos y mordiscos, saltos al vacío, puentes, lengüitas de fuego y ceremonias de limpieza. Estos cuentos nos acompañan en la tarea de pensar una ética de la desorientación, el duelo y la herida. Picante al gusto, desagradable, venenosa. Un estado mental o emocional que corroe o carcome. Amargura. Resentimiento. Una ética de la desorientación estará siempre desquiciada. Se aplica al tiempo actual. Perverso. Mortal y rosa. Un tiempo descoyuntado, trastocado, dislocado, desencajado, acosado y trastornado, desballestado, a la vez que desarreglado y loco. Es un tiempo que se percibe poblado de presencias inmateriales que a menudo nos persiguen, vigilan o incluso poseen, hasta el extremo de la psicosis. Dónde.
Traer los fantasmas del material a primer plano. Desvío existencial. Sangre de oveja. Un estado similar a cómo nos comportamos en la pérdida y el duelo, o a cómo actuamos bajo los efectos cegadores de una luz de gas. Ángel peligrosamente búho teja. Usted podría estar aquí. No, aquí. Dónde. Para una ética de la desorientación, es preciso perder el cuerpo, y con el cuerpo, la perspectiva, y con la perspectiva, la percepción de sentirse en casa. Orientación migrante. Evangelio. Mirar en dos direcciones. Una casa perdida. Hetero. Un lugar que aún no es el hogar. Cupido. Esporas. Yogur. Las líneas rectas del deseo se rompen y caen, prolongan el cuerpo, crean nuevos contornos por un efecto desorientador que hace que sintamos los lugares familiares como puntos de presión, de ahogo o asfixia, de obligación a la renuncia de una misma. Luz comprimida. Reguero de sangre. Deprisa. En el fracaso de la experiencia se aparecen otras líneas de deseo más allá de las líneas rectas que configuraban su orientación inicial. Dónde.
El mundo se inventa sus narrativas obligatorias. Dónde.
Dónde está aquí. Aquí es un espectro. El espectro es cuir, como la Verónica. No podemos fijarlo en nuestro entendimiento porque es un movimiento que oscila en los umbríos del entre. Espectros hegemónicos, los que viven en las luces. Fantasmas revolucionarios, escondidos en las sombras de la memoria. Vienen del pasado y murmuran desde los futuros que hemos imaginado. A la vez nos hablan del miedo en aquello que está fuera de nuestra comprensión y de nuestra mirada. Síntoma de las limitaciones prospectivas del tiempo en el que ha sido invocado, visibiliza su estado anímico profundo y participa sigilosamente de sus tendencias culturales.
o cómo.