NÚRIA GÓMEZ GABRIEL
  • ÍNDICE
  • INFO

LA MAGIA CHANERA (PARTE 2): CATEDRAL VERDE, PASTILLAS ROJAS, GEEKS MASCULINOS BLANCOS 》ENSAYO PUBLICADO POR CAJA NEGRA ED.

LA MAGIA CHANERA (PARTE 1): ACCIONES COLECTIVAS GRAMATIZADAS Y POLÍTICAS DE ‘MIERDA’ 》ENSAYO PUBLICADO POR CAJA NEGRA ed.

INTER* 》comisariado de exposición colectiva en torno a la ausencia de imaginarios intersex en el Sant Andreu Contemporani de Barcelona

LOVE, LOSS, AND DRAGGING ART 》Núria Gómez Gabriel on Félix González-Torres exhibition at the Museu d’Art Contemporani de Barcelona (MACBA) publicado por la TEXTE ZUR KUNST

CLUB DE LECTURA DE LA BÍBLIA PSÍQUIKA DE GENESIS BREYER P-ORRIDGE PUBLICADA POR CAJA NEGRA ED.

PARATEXT FEAT ENCURA V 》TERESA LÓPEZ PELLISA ESCRIBE UNA COTRA-PEDAGOGÍA DE LA ENCICLOPEDIA HIPERTEXTUAL

CURATORS’ NETWORK FEAT ENCURA V 》INSIGHTS III: Tales from the Geogoth 》An attempt at fiction-based curating

CURATORS’ NETWORK FEAT ENCURA V 》INSIGHTS II: The Undead Wikipedia

CURATORS’ NETWORK FEAT ENCURA V 》INSIGHTS I: They roam darkly amidst the shadows

On ghosts and colonial fantasies. Club de lectura con Adrian Schindler, Salma Amzian y iki yos piña narváez funes

✟ IBAN OSCURO POR ENTRE LAS SOMBRAS. RESIDENCIA DE INVESTIGACIÓN CURATORIAL

Lesionada Sanatorium. un museo patológico vivo creado por Candela Capitán

PEDAGOGÍAS DEL DUELO. UNA REFLEXIÓN ACERCA DE LA EXPERIENCIA ÍNTIMA DE LA MUERTE, SUS IMAGINARIOS Y LA RECUPERACIÓN DE LOS MARCOS SIMBÓLICOS DEL DUELO Y LA PÉRDIDA 》PUBLICADO POR ADESK

TODOS LOS FUTUROS NO-MUERTOS DE PACO CHANIVET 》CRÍTICA-FICCIÓN PARA LA EXPOSICIÓN ONLINE ‘LA GRAN CONSPIRACIÓN’

V ED. LABORATORIO COMISARIAL. SEMINARIO DE FORMACIÓN ENTORNO A LA PRÁCTICA DEL COMISARIADO COMO INVESTIGACIÓN RELACIONAL

A space where parallel universes meet. una conversación con Mette Edvardsen

Espectropolíticas. Imagen y hauntología en las culturas visuales postinternet

Aquí y ahora, creedme, creednos, nosotrxs, los fantasmas. Lectura performática sobre cine y hauntología

ESPECTROPOLÍTICAS (PRÓLOGO de mi tesis doctoral)

Primitivismo digital. Tinder y la cosmología neoliberal en la captura del amor romántico

Navegación de entradas

Entradas anteriores
Entradas siguientes

Search

Recent Posts

  • The Art of Risk Management: How to Play Safely in Dinosaur Tycoon 2
  • Can You Afford Not to Play Mystic Fortune Deluxe?
  • Join the League of Champions: The Battle Begins
  • Can You Win Free Coins with Dragon Train Chi Lin Wins Online Slot?
  • The Top 5 Things You Need to Know About Golden Empire Slots

Recent Comments

    Archives

    • mayo 2025
    • abril 2025
    • julio 2024
    • abril 2024
    • diciembre 2023
    • noviembre 2023
    • octubre 2023
    • septiembre 2023
    • mayo 2023
    • noviembre 2022
    • octubre 2022
    • julio 2022
    • abril 2022
    • diciembre 2021
    • noviembre 2021
    • septiembre 2021
    • agosto 2021
    • mayo 2021
    • febrero 2021
    • enero 2021
    • diciembre 2020
    • noviembre 2020
    • septiembre 2020
    • marzo 2020
    • diciembre 2019
    • noviembre 2019
    • octubre 2019
    • septiembre 2019
    • diciembre 2018
    • octubre 2018
    • junio 2018
    • mayo 2018
    • abril 2018
    • diciembre 2017
    • mayo 2017
    • abril 2017
    • marzo 2017
    • febrero 2017

    Categories

    • Sin categorizar

    Meta

    • Acceder
    • Feed de entradas
    • Feed de comentarios
    • WordPress.org
    • ENG
    • CAST

    Sustancias estupefacientes. Remedios farmacológicos. Son los dos significados principales que asociamos a la palabra droga. Ambos están relacionados con otra acepción del término, más infrecuente hoy en día: la deuda y, con ella, el malestar que nos produce deber algo: dinero, afectos… la falta de reciprocidad. Así, la cuestión de la droga se nos puede plantear como una parte de la deuda que siempre tenemos contraída con el placer (como decía John Lanchester) y, a la vez, como una demanda urgente de nuestro cuerpo enfermo, que nunca podremos satisfacer por completo. En ambos casos, la adicción, como consecuencia del trato frecuente con el narco, es un rumor físico y psíquico, un grito sordo a través del cual el sujeto expresa su propia insuficiencia: no me basto. En este sujeto incompleto o carente, que es también el sujeto del amor y de la libido, parece que los valores científicos y filosóficos que han conformado la estructura moderna del yo han sufrido una lisérgica inversión. Si la droga es sustancia, entonces el individuo es, a su vez, accidente, efecto secundario de la administración exacta o excesiva de la pastilla o del líquido. Nuestras identidades se describen en la letra pequeña de los prospectos de los medicamentos, que, como afirmaba J. G. Ballard, son literatura y, como escritura del síntoma, narran posibilidades, peligros, expansiones y exaltaciones de los sentidos y de la mente. (NARCOHUMANISMO, comisariado junto a Eloy Fernández Porta, 2022). — Sustancias estupefacientes. Remedios farmacológicos. Son los dos significados principales que asociamos a la palabra droga. Ambos están relacionados con otra acepción del término, más infrecuente hoy en día: la deuda y, con ella, el malestar que nos produce deber algo: dinero, afectos… la falta de reciprocidad. Así, la cuestión de la droga se nos puede plantear como una parte de la deuda que siempre tenemos contraída con el placer (como decía John Lanchester) y, a la vez, como una demanda urgente de nuestro cuerpo enfermo, que nunca podremos satisfacer por completo. En ambos casos, la adicción, como consecuencia del trato frecuente con el narco, es un rumor físico y psíquico, un grito sordo a través del cual el sujeto expresa su propia insuficiencia: no me basto. En este sujeto incompleto o carente, que es también el sujeto del amor y de la libido, parece que los valores científicos y filosóficos que han conformado la estructura moderna del yo han sufrido una lisérgica inversión. Si la droga es sustancia, entonces el individuo es, a su vez, accidente, efecto secundario de la administración exacta o excesiva de la pastilla o del líquido. Nuestras identidades se describen en la letra pequeña de los prospectos de los medicamentos, que, como afirmaba J. G. Ballard, son literatura y, como escritura del síntoma, narran posibilidades, peligros, expansiones y exaltaciones de los sentidos y de la mente. (NARCOHUMANISMO, comisariado junto a Eloy Fernández Porta, 2022). — Sustancias estupefacientes. Remedios farmacológicos. Son los dos significados principales que asociamos a la palabra droga. Ambos están relacionados con otra acepción del término, más infrecuente hoy en día: la deuda y, con ella, el malestar que nos produce deber algo: dinero, afectos… la falta de reciprocidad. Así, la cuestión de la droga se nos puede plantear como una parte de la deuda que siempre tenemos contraída con el placer (como decía John Lanchester) y, a la vez, como una demanda urgente de nuestro cuerpo enfermo, que nunca podremos satisfacer por completo. En ambos casos, la adicción, como consecuencia del trato frecuente con el narco, es un rumor físico y psíquico, un grito sordo a través del cual el sujeto expresa su propia insuficiencia: no me basto. En este sujeto incompleto o carente, que es también el sujeto del amor y de la libido, parece que los valores científicos y filosóficos que han conformado la estructura moderna del yo han sufrido una lisérgica inversión. Si la droga es sustancia, entonces el individuo es, a su vez, accidente, efecto secundario de la administración exacta o excesiva de la pastilla o del líquido. Nuestras identidades se describen en la letra pequeña de los prospectos de los medicamentos, que, como afirmaba J. G. Ballard, son literatura y, como escritura del síntoma, narran posibilidades, peligros, expansiones y exaltaciones de los sentidos y de la mente. (NARCOHUMANISMO, comisariado junto a Eloy Fernández Porta, 2022). — Sustancias estupefacientes. Remedios farmacológicos. Son los dos significados principales que asociamos a la palabra droga. Ambos están relacionados con otra acepción del término, más infrecuente hoy en día: la deuda y, con ella, el malestar que nos produce deber algo: dinero, afectos… la falta de reciprocidad. Así, la cuestión de la droga se nos puede plantear como una parte de la deuda que siempre tenemos contraída con el placer (como decía John Lanchester) y, a la vez, como una demanda urgente de nuestro cuerpo enfermo, que nunca podremos satisfacer por completo. En ambos casos, la adicción, como consecuencia del trato frecuente con el narco, es un rumor físico y psíquico, un grito sordo a través del cual el sujeto expresa su propia insuficiencia: no me basto. En este sujeto incompleto o carente, que es también el sujeto del amor y de la libido, parece que los valores científicos y filosóficos que han conformado la estructura moderna del yo han sufrido una lisérgica inversión. Si la droga es sustancia, entonces el individuo es, a su vez, accidente, efecto secundario de la administración exacta o excesiva de la pastilla o del líquido. Nuestras identidades se describen en la letra pequeña de los prospectos de los medicamentos, que, como afirmaba J. G. Ballard, son literatura y, como escritura del síntoma, narran posibilidades, peligros, expansiones y exaltaciones de los sentidos y de la mente. (NARCOHUMANISMO, comisariado junto a Eloy Fernández Porta, 2022). — Sustancias estupefacientes. Remedios farmacológicos. Son los dos significados principales que asociamos a la palabra droga. Ambos están relacionados con otra acepción del término, más infrecuente hoy en día: la deuda y, con ella, el malestar que nos produce deber algo: dinero, afectos… la falta de reciprocidad. Así, la cuestión de la droga se nos puede plantear como una parte de la deuda que siempre tenemos contraída con el placer (como decía John Lanchester) y, a la vez, como una demanda urgente de nuestro cuerpo enfermo, que nunca podremos satisfacer por completo. En ambos casos, la adicción, como consecuencia del trato frecuente con el narco, es un rumor físico y psíquico, un grito sordo a través del cual el sujeto expresa su propia insuficiencia: no me basto. En este sujeto incompleto o carente, que es también el sujeto del amor y de la libido, parece que los valores científicos y filosóficos que han conformado la estructura moderna del yo han sufrido una lisérgica inversión. Si la droga es sustancia, entonces el individuo es, a su vez, accidente, efecto secundario de la administración exacta o excesiva de la pastilla o del líquido. Nuestras identidades se describen en la letra pequeña de los prospectos de los medicamentos, que, como afirmaba J. G. Ballard, son literatura y, como escritura del síntoma, narran posibilidades, peligros, expansiones y exaltaciones de los sentidos y de la mente. (NARCOHUMANISMO, comisariado junto a Eloy Fernández Porta, 2022). — Sustancias estupefacientes. Remedios farmacológicos. Son los dos significados principales que asociamos a la palabra droga. Ambos están relacionados con otra acepción del término, más infrecuente hoy en día: la deuda y, con ella, el malestar que nos produce deber algo: dinero, afectos… la falta de reciprocidad. Así, la cuestión de la droga se nos puede plantear como una parte de la deuda que siempre tenemos contraída con el placer (como decía John Lanchester) y, a la vez, como una demanda urgente de nuestro cuerpo enfermo, que nunca podremos satisfacer por completo. En ambos casos, la adicción, como consecuencia del trato frecuente con el narco, es un rumor físico y psíquico, un grito sordo a través del cual el sujeto expresa su propia insuficiencia: no me basto. En este sujeto incompleto o carente, que es también el sujeto del amor y de la libido, parece que los valores científicos y filosóficos que han conformado la estructura moderna del yo han sufrido una lisérgica inversión. Si la droga es sustancia, entonces el individuo es, a su vez, accidente, efecto secundario de la administración exacta o excesiva de la pastilla o del líquido. Nuestras identidades se describen en la letra pequeña de los prospectos de los medicamentos, que, como afirmaba J. G. Ballard, son literatura y, como escritura del síntoma, narran posibilidades, peligros, expansiones y exaltaciones de los sentidos y de la mente. (NARCOHUMANISMO, comisariado junto a Eloy Fernández Porta, 2022). — Sustancias estupefacientes. Remedios farmacológicos. Son los dos significados principales que asociamos a la palabra droga. Ambos están relacionados con otra acepción del término, más infrecuente hoy en día: la deuda y, con ella, el malestar que nos produce deber algo: dinero, afectos… la falta de reciprocidad. Así, la cuestión de la droga se nos puede plantear como una parte de la deuda que siempre tenemos contraída con el placer (como decía John Lanchester) y, a la vez, como una demanda urgente de nuestro cuerpo enfermo, que nunca podremos satisfacer por completo. En ambos casos, la adicción, como consecuencia del trato frecuente con el narco, es un rumor físico y psíquico, un grito sordo a través del cual el sujeto expresa su propia insuficiencia: no me basto. En este sujeto incompleto o carente, que es también el sujeto del amor y de la libido, parece que los valores científicos y filosóficos que han conformado la estructura moderna del yo han sufrido una lisérgica inversión. Si la droga es sustancia, entonces el individuo es, a su vez, accidente, efecto secundario de la administración exacta o excesiva de la pastilla o del líquido. Nuestras identidades se describen en la letra pequeña de los prospectos de los medicamentos, que, como afirmaba J. G. Ballard, son literatura y, como escritura del síntoma, narran posibilidades, peligros, expansiones y exaltaciones de los sentidos y de la mente. (NARCOHUMANISMO, comisariado junto a Eloy Fernández Porta, 2022). — Sustancias estupefacientes. Remedios farmacológicos. Son los dos significados principales que asociamos a la palabra droga. Ambos están relacionados con otra acepción del término, más infrecuente hoy en día: la deuda y, con ella, el malestar que nos produce deber algo: dinero, afectos… la falta de reciprocidad. Así, la cuestión de la droga se nos puede plantear como una parte de la deuda que siempre tenemos contraída con el placer (como decía John Lanchester) y, a la vez, como una demanda urgente de nuestro cuerpo enfermo, que nunca podremos satisfacer por completo. En ambos casos, la adicción, como consecuencia del trato frecuente con el narco, es un rumor físico y psíquico, un grito sordo a través del cual el sujeto expresa su propia insuficiencia: no me basto. En este sujeto incompleto o carente, que es también el sujeto del amor y de la libido, parece que los valores científicos y filosóficos que han conformado la estructura moderna del yo han sufrido una lisérgica inversión. Si la droga es sustancia, entonces el individuo es, a su vez, accidente, efecto secundario de la administración exacta o excesiva de la pastilla o del líquido. Nuestras identidades se describen en la letra pequeña de los prospectos de los medicamentos, que, como afirmaba J. G. Ballard, son literatura y, como escritura del síntoma, narran posibilidades, peligros, expansiones y exaltaciones de los sentidos y de la mente. (NARCOHUMANISMO, comisariado junto a Eloy Fernández Porta, 2022). — Sustancias estupefacientes. Remedios farmacológicos. Son los dos significados principales que asociamos a la palabra droga. Ambos están relacionados con otra acepción del término, más infrecuente hoy en día: la deuda y, con ella, el malestar que nos produce deber algo: dinero, afectos… la falta de reciprocidad. Así, la cuestión de la droga se nos puede plantear como una parte de la deuda que siempre tenemos contraída con el placer (como decía John Lanchester) y, a la vez, como una demanda urgente de nuestro cuerpo enfermo, que nunca podremos satisfacer por completo. En ambos casos, la adicción, como consecuencia del trato frecuente con el narco, es un rumor físico y psíquico, un grito sordo a través del cual el sujeto expresa su propia insuficiencia: no me basto. En este sujeto incompleto o carente, que es también el sujeto del amor y de la libido, parece que los valores científicos y filosóficos que han conformado la estructura moderna del yo han sufrido una lisérgica inversión. Si la droga es sustancia, entonces el individuo es, a su vez, accidente, efecto secundario de la administración exacta o excesiva de la pastilla o del líquido. Nuestras identidades se describen en la letra pequeña de los prospectos de los medicamentos, que, como afirmaba J. G. Ballard, son literatura y, como escritura del síntoma, narran posibilidades, peligros, expansiones y exaltaciones de los sentidos y de la mente. (NARCOHUMANISMO, comisariado junto a Eloy Fernández Porta, 2022). — Sustancias estupefacientes. Remedios farmacológicos. Son los dos significados principales que asociamos a la palabra droga. Ambos están relacionados con otra acepción del término, más infrecuente hoy en día: la deuda y, con ella, el malestar que nos produce deber algo: dinero, afectos… la falta de reciprocidad. Así, la cuestión de la droga se nos puede plantear como una parte de la deuda que siempre tenemos contraída con el placer (como decía John Lanchester) y, a la vez, como una demanda urgente de nuestro cuerpo enfermo, que nunca podremos satisfacer por completo. En ambos casos, la adicción, como consecuencia del trato frecuente con el narco, es un rumor físico y psíquico, un grito sordo a través del cual el sujeto expresa su propia insuficiencia: no me basto. En este sujeto incompleto o carente, que es también el sujeto del amor y de la libido, parece que los valores científicos y filosóficos que han conformado la estructura moderna del yo han sufrido una lisérgica inversión. Si la droga es sustancia, entonces el individuo es, a su vez, accidente, efecto secundario de la administración exacta o excesiva de la pastilla o del líquido. Nuestras identidades se describen en la letra pequeña de los prospectos de los medicamentos, que, como afirmaba J. G. Ballard, son literatura y, como escritura del síntoma, narran posibilidades, peligros, expansiones y exaltaciones de los sentidos y de la mente. (NARCOHUMANISMO, comisariado junto a Eloy Fernández Porta, 2022). — Sustancias estupefacientes. Remedios farmacológicos. Son los dos significados principales que asociamos a la palabra droga. Ambos están relacionados con otra acepción del término, más infrecuente hoy en día: la deuda y, con ella, el malestar que nos produce deber algo: dinero, afectos… la falta de reciprocidad. Así, la cuestión de la droga se nos puede plantear como una parte de la deuda que siempre tenemos contraída con el placer (como decía John Lanchester) y, a la vez, como una demanda urgente de nuestro cuerpo enfermo, que nunca podremos satisfacer por completo. En ambos casos, la adicción, como consecuencia del trato frecuente con el narco, es un rumor físico y psíquico, un grito sordo a través del cual el sujeto expresa su propia insuficiencia: no me basto. En este sujeto incompleto o carente, que es también el sujeto del amor y de la libido, parece que los valores científicos y filosóficos que han conformado la estructura moderna del yo han sufrido una lisérgica inversión. Si la droga es sustancia, entonces el individuo es, a su vez, accidente, efecto secundario de la administración exacta o excesiva de la pastilla o del líquido. Nuestras identidades se describen en la letra pequeña de los prospectos de los medicamentos, que, como afirmaba J. G. Ballard, son literatura y, como escritura del síntoma, narran posibilidades, peligros, expansiones y exaltaciones de los sentidos y de la mente. (NARCOHUMANISMO, comisariado junto a Eloy Fernández Porta, 2022). — Sustancias estupefacientes. Remedios farmacológicos. Son los dos significados principales que asociamos a la palabra droga. Ambos están relacionados con otra acepción del término, más infrecuente hoy en día: la deuda y, con ella, el malestar que nos produce deber algo: dinero, afectos… la falta de reciprocidad. Así, la cuestión de la droga se nos puede plantear como una parte de la deuda que siempre tenemos contraída con el placer (como decía John Lanchester) y, a la vez, como una demanda urgente de nuestro cuerpo enfermo, que nunca podremos satisfacer por completo. En ambos casos, la adicción, como consecuencia del trato frecuente con el narco, es un rumor físico y psíquico, un grito sordo a través del cual el sujeto expresa su propia insuficiencia: no me basto. En este sujeto incompleto o carente, que es también el sujeto del amor y de la libido, parece que los valores científicos y filosóficos que han conformado la estructura moderna del yo han sufrido una lisérgica inversión. Si la droga es sustancia, entonces el individuo es, a su vez, accidente, efecto secundario de la administración exacta o excesiva de la pastilla o del líquido. Nuestras identidades se describen en la letra pequeña de los prospectos de los medicamentos, que, como afirmaba J. G. Ballard, son literatura y, como escritura del síntoma, narran posibilidades, peligros, expansiones y exaltaciones de los sentidos y de la mente. (NARCOHUMANISMO, comisariado junto a Eloy Fernández Porta, 2022). — Sustancias estupefacientes. Remedios farmacológicos. Son los dos significados principales que asociamos a la palabra droga. Ambos están relacionados con otra acepción del término, más infrecuente hoy en día: la deuda y, con ella, el malestar que nos produce deber algo: dinero, afectos… la falta de reciprocidad. Así, la cuestión de la droga se nos puede plantear como una parte de la deuda que siempre tenemos contraída con el placer (como decía John Lanchester) y, a la vez, como una demanda urgente de nuestro cuerpo enfermo, que nunca podremos satisfacer por completo. En ambos casos, la adicción, como consecuencia del trato frecuente con el narco, es un rumor físico y psíquico, un grito sordo a través del cual el sujeto expresa su propia insuficiencia: no me basto. En este sujeto incompleto o carente, que es también el sujeto del amor y de la libido, parece que los valores científicos y filosóficos que han conformado la estructura moderna del yo han sufrido una lisérgica inversión. Si la droga es sustancia, entonces el individuo es, a su vez, accidente, efecto secundario de la administración exacta o excesiva de la pastilla o del líquido. Nuestras identidades se describen en la letra pequeña de los prospectos de los medicamentos, que, como afirmaba J. G. Ballard, son literatura y, como escritura del síntoma, narran posibilidades, peligros, expansiones y exaltaciones de los sentidos y de la mente. (NARCOHUMANISMO, comisariado junto a Eloy Fernández Porta, 2022). — Sustancias estupefacientes. Remedios farmacológicos. Son los dos significados principales que asociamos a la palabra droga. Ambos están relacionados con otra acepción del término, más infrecuente hoy en día: la deuda y, con ella, el malestar que nos produce deber algo: dinero, afectos… la falta de reciprocidad. Así, la cuestión de la droga se nos puede plantear como una parte de la deuda que siempre tenemos contraída con el placer (como decía John Lanchester) y, a la vez, como una demanda urgente de nuestro cuerpo enfermo, que nunca podremos satisfacer por completo. En ambos casos, la adicción, como consecuencia del trato frecuente con el narco, es un rumor físico y psíquico, un grito sordo a través del cual el sujeto expresa su propia insuficiencia: no me basto. En este sujeto incompleto o carente, que es también el sujeto del amor y de la libido, parece que los valores científicos y filosóficos que han conformado la estructura moderna del yo han sufrido una lisérgica inversión. Si la droga es sustancia, entonces el individuo es, a su vez, accidente, efecto secundario de la administración exacta o excesiva de la pastilla o del líquido. Nuestras identidades se describen en la letra pequeña de los prospectos de los medicamentos, que, como afirmaba J. G. Ballard, son literatura y, como escritura del síntoma, narran posibilidades, peligros, expansiones y exaltaciones de los sentidos y de la mente. (NARCOHUMANISMO, comisariado junto a Eloy Fernández Porta, 2022). — Sustancias estupefacientes. Remedios farmacológicos. Son los dos significados principales que asociamos a la palabra droga. Ambos están relacionados con otra acepción del término, más infrecuente hoy en día: la deuda y, con ella, el malestar que nos produce deber algo: dinero, afectos… la falta de reciprocidad. Así, la cuestión de la droga se nos puede plantear como una parte de la deuda que siempre tenemos contraída con el placer (como decía John Lanchester) y, a la vez, como una demanda urgente de nuestro cuerpo enfermo, que nunca podremos satisfacer por completo. En ambos casos, la adicción, como consecuencia del trato frecuente con el narco, es un rumor físico y psíquico, un grito sordo a través del cual el sujeto expresa su propia insuficiencia: no me basto. En este sujeto incompleto o carente, que es también el sujeto del amor y de la libido, parece que los valores científicos y filosóficos que han conformado la estructura moderna del yo han sufrido una lisérgica inversión. Si la droga es sustancia, entonces el individuo es, a su vez, accidente, efecto secundario de la administración exacta o excesiva de la pastilla o del líquido. Nuestras identidades se describen en la letra pequeña de los prospectos de los medicamentos, que, como afirmaba J. G. Ballard, son literatura y, como escritura del síntoma, narran posibilidades, peligros, expansiones y exaltaciones de los sentidos y de la mente. (NARCOHUMANISMO, comisariado junto a Eloy Fernández Porta, 2022). — Sustancias estupefacientes. Remedios farmacológicos. Son los dos significados principales que asociamos a la palabra droga. Ambos están relacionados con otra acepción del término, más infrecuente hoy en día: la deuda y, con ella, el malestar que nos produce deber algo: dinero, afectos… la falta de reciprocidad. Así, la cuestión de la droga se nos puede plantear como una parte de la deuda que siempre tenemos contraída con el placer (como decía John Lanchester) y, a la vez, como una demanda urgente de nuestro cuerpo enfermo, que nunca podremos satisfacer por completo. En ambos casos, la adicción, como consecuencia del trato frecuente con el narco, es un rumor físico y psíquico, un grito sordo a través del cual el sujeto expresa su propia insuficiencia: no me basto. En este sujeto incompleto o carente, que es también el sujeto del amor y de la libido, parece que los valores científicos y filosóficos que han conformado la estructura moderna del yo han sufrido una lisérgica inversión. Si la droga es sustancia, entonces el individuo es, a su vez, accidente, efecto secundario de la administración exacta o excesiva de la pastilla o del líquido. Nuestras identidades se describen en la letra pequeña de los prospectos de los medicamentos, que, como afirmaba J. G. Ballard, son literatura y, como escritura del síntoma, narran posibilidades, peligros, expansiones y exaltaciones de los sentidos y de la mente. (NARCOHUMANISMO, comisariado junto a Eloy Fernández Porta, 2022). — Sustancias estupefacientes. Remedios farmacológicos. Son los dos significados principales que asociamos a la palabra droga. Ambos están relacionados con otra acepción del término, más infrecuente hoy en día: la deuda y, con ella, el malestar que nos produce deber algo: dinero, afectos… la falta de reciprocidad. Así, la cuestión de la droga se nos puede plantear como una parte de la deuda que siempre tenemos contraída con el placer (como decía John Lanchester) y, a la vez, como una demanda urgente de nuestro cuerpo enfermo, que nunca podremos satisfacer por completo. En ambos casos, la adicción, como consecuencia del trato frecuente con el narco, es un rumor físico y psíquico, un grito sordo a través del cual el sujeto expresa su propia insuficiencia: no me basto. En este sujeto incompleto o carente, que es también el sujeto del amor y de la libido, parece que los valores científicos y filosóficos que han conformado la estructura moderna del yo han sufrido una lisérgica inversión. Si la droga es sustancia, entonces el individuo es, a su vez, accidente, efecto secundario de la administración exacta o excesiva de la pastilla o del líquido. Nuestras identidades se describen en la letra pequeña de los prospectos de los medicamentos, que, como afirmaba J. G. Ballard, son literatura y, como escritura del síntoma, narran posibilidades, peligros, expansiones y exaltaciones de los sentidos y de la mente. (NARCOHUMANISMO, comisariado junto a Eloy Fernández Porta, 2022). — Sustancias estupefacientes. Remedios farmacológicos. Son los dos significados principales que asociamos a la palabra droga. Ambos están relacionados con otra acepción del término, más infrecuente hoy en día: la deuda y, con ella, el malestar que nos produce deber algo: dinero, afectos… la falta de reciprocidad. Así, la cuestión de la droga se nos puede plantear como una parte de la deuda que siempre tenemos contraída con el placer (como decía John Lanchester) y, a la vez, como una demanda urgente de nuestro cuerpo enfermo, que nunca podremos satisfacer por completo. En ambos casos, la adicción, como consecuencia del trato frecuente con el narco, es un rumor físico y psíquico, un grito sordo a través del cual el sujeto expresa su propia insuficiencia: no me basto. En este sujeto incompleto o carente, que es también el sujeto del amor y de la libido, parece que los valores científicos y filosóficos que han conformado la estructura moderna del yo han sufrido una lisérgica inversión. Si la droga es sustancia, entonces el individuo es, a su vez, accidente, efecto secundario de la administración exacta o excesiva de la pastilla o del líquido. Nuestras identidades se describen en la letra pequeña de los prospectos de los medicamentos, que, como afirmaba J. G. Ballard, son literatura y, como escritura del síntoma, narran posibilidades, peligros, expansiones y exaltaciones de los sentidos y de la mente. (NARCOHUMANISMO, comisariado junto a Eloy Fernández Porta, 2022). — Sustancias estupefacientes. Remedios farmacológicos. Son los dos significados principales que asociamos a la palabra droga. Ambos están relacionados con otra acepción del término, más infrecuente hoy en día: la deuda y, con ella, el malestar que nos produce deber algo: dinero, afectos… la falta de reciprocidad. Así, la cuestión de la droga se nos puede plantear como una parte de la deuda que siempre tenemos contraída con el placer (como decía John Lanchester) y, a la vez, como una demanda urgente de nuestro cuerpo enfermo, que nunca podremos satisfacer por completo. En ambos casos, la adicción, como consecuencia del trato frecuente con el narco, es un rumor físico y psíquico, un grito sordo a través del cual el sujeto expresa su propia insuficiencia: no me basto. En este sujeto incompleto o carente, que es también el sujeto del amor y de la libido, parece que los valores científicos y filosóficos que han conformado la estructura moderna del yo han sufrido una lisérgica inversión. Si la droga es sustancia, entonces el individuo es, a su vez, accidente, efecto secundario de la administración exacta o excesiva de la pastilla o del líquido. Nuestras identidades se describen en la letra pequeña de los prospectos de los medicamentos, que, como afirmaba J. G. Ballard, son literatura y, como escritura del síntoma, narran posibilidades, peligros, expansiones y exaltaciones de los sentidos y de la mente. (NARCOHUMANISMO, comisariado junto a Eloy Fernández Porta, 2022). — Sustancias estupefacientes. Remedios farmacológicos. Son los dos significados principales que asociamos a la palabra droga. Ambos están relacionados con otra acepción del término, más infrecuente hoy en día: la deuda y, con ella, el malestar que nos produce deber algo: dinero, afectos… la falta de reciprocidad. Así, la cuestión de la droga se nos puede plantear como una parte de la deuda que siempre tenemos contraída con el placer (como decía John Lanchester) y, a la vez, como una demanda urgente de nuestro cuerpo enfermo, que nunca podremos satisfacer por completo. En ambos casos, la adicción, como consecuencia del trato frecuente con el narco, es un rumor físico y psíquico, un grito sordo a través del cual el sujeto expresa su propia insuficiencia: no me basto. En este sujeto incompleto o carente, que es también el sujeto del amor y de la libido, parece que los valores científicos y filosóficos que han conformado la estructura moderna del yo han sufrido una lisérgica inversión. Si la droga es sustancia, entonces el individuo es, a su vez, accidente, efecto secundario de la administración exacta o excesiva de la pastilla o del líquido. Nuestras identidades se describen en la letra pequeña de los prospectos de los medicamentos, que, como afirmaba J. G. Ballard, son literatura y, como escritura del síntoma, narran posibilidades, peligros, expansiones y exaltaciones de los sentidos y de la mente. (NARCOHUMANISMO, comisariado junto a Eloy Fernández Porta, 2022). — Sustancias estupefacientes. Remedios farmacológicos. Son los dos significados principales que asociamos a la palabra droga. Ambos están relacionados con otra acepción del término, más infrecuente hoy en día: la deuda y, con ella, el malestar que nos produce deber algo: dinero, afectos… la falta de reciprocidad. Así, la cuestión de la droga se nos puede plantear como una parte de la deuda que siempre tenemos contraída con el placer (como decía John Lanchester) y, a la vez, como una demanda urgente de nuestro cuerpo enfermo, que nunca podremos satisfacer por completo. En ambos casos, la adicción, como consecuencia del trato frecuente con el narco, es un rumor físico y psíquico, un grito sordo a través del cual el sujeto expresa su propia insuficiencia: no me basto. En este sujeto incompleto o carente, que es también el sujeto del amor y de la libido, parece que los valores científicos y filosóficos que han conformado la estructura moderna del yo han sufrido una lisérgica inversión. Si la droga es sustancia, entonces el individuo es, a su vez, accidente, efecto secundario de la administración exacta o excesiva de la pastilla o del líquido. Nuestras identidades se describen en la letra pequeña de los prospectos de los medicamentos, que, como afirmaba J. G. Ballard, son literatura y, como escritura del síntoma, narran posibilidades, peligros, expansiones y exaltaciones de los sentidos y de la mente. (NARCOHUMANISMO, comisariado junto a Eloy Fernández Porta, 2022). — Sustancias estupefacientes. Remedios farmacológicos. Son los dos significados principales que asociamos a la palabra droga. Ambos están relacionados con otra acepción del término, más infrecuente hoy en día: la deuda y, con ella, el malestar que nos produce deber algo: dinero, afectos… la falta de reciprocidad. Así, la cuestión de la droga se nos puede plantear como una parte de la deuda que siempre tenemos contraída con el placer (como decía John Lanchester) y, a la vez, como una demanda urgente de nuestro cuerpo enfermo, que nunca podremos satisfacer por completo. En ambos casos, la adicción, como consecuencia del trato frecuente con el narco, es un rumor físico y psíquico, un grito sordo a través del cual el sujeto expresa su propia insuficiencia: no me basto. En este sujeto incompleto o carente, que es también el sujeto del amor y de la libido, parece que los valores científicos y filosóficos que han conformado la estructura moderna del yo han sufrido una lisérgica inversión. Si la droga es sustancia, entonces el individuo es, a su vez, accidente, efecto secundario de la administración exacta o excesiva de la pastilla o del líquido. Nuestras identidades se describen en la letra pequeña de los prospectos de los medicamentos, que, como afirmaba J. G. Ballard, son literatura y, como escritura del síntoma, narran posibilidades, peligros, expansiones y exaltaciones de los sentidos y de la mente. (NARCOHUMANISMO, comisariado junto a Eloy Fernández Porta, 2022). — Sustancias estupefacientes. Remedios farmacológicos. Son los dos significados principales que asociamos a la palabra droga. Ambos están relacionados con otra acepción del término, más infrecuente hoy en día: la deuda y, con ella, el malestar que nos produce deber algo: dinero, afectos… la falta de reciprocidad. Así, la cuestión de la droga se nos puede plantear como una parte de la deuda que siempre tenemos contraída con el placer (como decía John Lanchester) y, a la vez, como una demanda urgente de nuestro cuerpo enfermo, que nunca podremos satisfacer por completo. En ambos casos, la adicción, como consecuencia del trato frecuente con el narco, es un rumor físico y psíquico, un grito sordo a través del cual el sujeto expresa su propia insuficiencia: no me basto. En este sujeto incompleto o carente, que es también el sujeto del amor y de la libido, parece que los valores científicos y filosóficos que han conformado la estructura moderna del yo han sufrido una lisérgica inversión. Si la droga es sustancia, entonces el individuo es, a su vez, accidente, efecto secundario de la administración exacta o excesiva de la pastilla o del líquido. Nuestras identidades se describen en la letra pequeña de los prospectos de los medicamentos, que, como afirmaba J. G. Ballard, son literatura y, como escritura del síntoma, narran posibilidades, peligros, expansiones y exaltaciones de los sentidos y de la mente. (NARCOHUMANISMO, comisariado junto a Eloy Fernández Porta, 2022). — Sustancias estupefacientes. Remedios farmacológicos. Son los dos significados principales que asociamos a la palabra droga. Ambos están relacionados con otra acepción del término, más infrecuente hoy en día: la deuda y, con ella, el malestar que nos produce deber algo: dinero, afectos… la falta de reciprocidad. Así, la cuestión de la droga se nos puede plantear como una parte de la deuda que siempre tenemos contraída con el placer (como decía John Lanchester) y, a la vez, como una demanda urgente de nuestro cuerpo enfermo, que nunca podremos satisfacer por completo. En ambos casos, la adicción, como consecuencia del trato frecuente con el narco, es un rumor físico y psíquico, un grito sordo a través del cual el sujeto expresa su propia insuficiencia: no me basto. En este sujeto incompleto o carente, que es también el sujeto del amor y de la libido, parece que los valores científicos y filosóficos que han conformado la estructura moderna del yo han sufrido una lisérgica inversión. Si la droga es sustancia, entonces el individuo es, a su vez, accidente, efecto secundario de la administración exacta o excesiva de la pastilla o del líquido. Nuestras identidades se describen en la letra pequeña de los prospectos de los medicamentos, que, como afirmaba J. G. Ballard, son literatura y, como escritura del síntoma, narran posibilidades, peligros, expansiones y exaltaciones de los sentidos y de la mente. (NARCOHUMANISMO, comisariado junto a Eloy Fernández Porta, 2022). — Sustancias estupefacientes. Remedios farmacológicos. Son los dos significados principales que asociamos a la palabra droga. Ambos están relacionados con otra acepción del término, más infrecuente hoy en día: la deuda y, con ella, el malestar que nos produce deber algo: dinero, afectos… la falta de reciprocidad. Así, la cuestión de la droga se nos puede plantear como una parte de la deuda que siempre tenemos contraída con el placer (como decía John Lanchester) y, a la vez, como una demanda urgente de nuestro cuerpo enfermo, que nunca podremos satisfacer por completo. En ambos casos, la adicción, como consecuencia del trato frecuente con el narco, es un rumor físico y psíquico, un grito sordo a través del cual el sujeto expresa su propia insuficiencia: no me basto. En este sujeto incompleto o carente, que es también el sujeto del amor y de la libido, parece que los valores científicos y filosóficos que han conformado la estructura moderna del yo han sufrido una lisérgica inversión. Si la droga es sustancia, entonces el individuo es, a su vez, accidente, efecto secundario de la administración exacta o excesiva de la pastilla o del líquido. Nuestras identidades se describen en la letra pequeña de los prospectos de los medicamentos, que, como afirmaba J. G. Ballard, son literatura y, como escritura del síntoma, narran posibilidades, peligros, expansiones y exaltaciones de los sentidos y de la mente. (NARCOHUMANISMO, comisariado junto a Eloy Fernández Porta, 2022). — Sustancias estupefacientes. Remedios farmacológicos. Son los dos significados principales que asociamos a la palabra droga. Ambos están relacionados con otra acepción del término, más infrecuente hoy en día: la deuda y, con ella, el malestar que nos produce deber algo: dinero, afectos… la falta de reciprocidad. Así, la cuestión de la droga se nos puede plantear como una parte de la deuda que siempre tenemos contraída con el placer (como decía John Lanchester) y, a la vez, como una demanda urgente de nuestro cuerpo enfermo, que nunca podremos satisfacer por completo. En ambos casos, la adicción, como consecuencia del trato frecuente con el narco, es un rumor físico y psíquico, un grito sordo a través del cual el sujeto expresa su propia insuficiencia: no me basto. En este sujeto incompleto o carente, que es también el sujeto del amor y de la libido, parece que los valores científicos y filosóficos que han conformado la estructura moderna del yo han sufrido una lisérgica inversión. Si la droga es sustancia, entonces el individuo es, a su vez, accidente, efecto secundario de la administración exacta o excesiva de la pastilla o del líquido. Nuestras identidades se describen en la letra pequeña de los prospectos de los medicamentos, que, como afirmaba J. G. Ballard, son literatura y, como escritura del síntoma, narran posibilidades, peligros, expansiones y exaltaciones de los sentidos y de la mente. (NARCOHUMANISMO, comisariado junto a Eloy Fernández Porta, 2022). — Sustancias estupefacientes. Remedios farmacológicos. Son los dos significados principales que asociamos a la palabra droga. Ambos están relacionados con otra acepción del término, más infrecuente hoy en día: la deuda y, con ella, el malestar que nos produce deber algo: dinero, afectos… la falta de reciprocidad. Así, la cuestión de la droga se nos puede plantear como una parte de la deuda que siempre tenemos contraída con el placer (como decía John Lanchester) y, a la vez, como una demanda urgente de nuestro cuerpo enfermo, que nunca podremos satisfacer por completo. En ambos casos, la adicción, como consecuencia del trato frecuente con el narco, es un rumor físico y psíquico, un grito sordo a través del cual el sujeto expresa su propia insuficiencia: no me basto. En este sujeto incompleto o carente, que es también el sujeto del amor y de la libido, parece que los valores científicos y filosóficos que han conformado la estructura moderna del yo han sufrido una lisérgica inversión. Si la droga es sustancia, entonces el individuo es, a su vez, accidente, efecto secundario de la administración exacta o excesiva de la pastilla o del líquido. Nuestras identidades se describen en la letra pequeña de los prospectos de los medicamentos, que, como afirmaba J. G. Ballard, son literatura y, como escritura del síntoma, narran posibilidades, peligros, expansiones y exaltaciones de los sentidos y de la mente. (NARCOHUMANISMO, comisariado junto a Eloy Fernández Porta, 2022). — Sustancias estupefacientes. Remedios farmacológicos. Son los dos significados principales que asociamos a la palabra droga. Ambos están relacionados con otra acepción del término, más infrecuente hoy en día: la deuda y, con ella, el malestar que nos produce deber algo: dinero, afectos… la falta de reciprocidad. Así, la cuestión de la droga se nos puede plantear como una parte de la deuda que siempre tenemos contraída con el placer (como decía John Lanchester) y, a la vez, como una demanda urgente de nuestro cuerpo enfermo, que nunca podremos satisfacer por completo. En ambos casos, la adicción, como consecuencia del trato frecuente con el narco, es un rumor físico y psíquico, un grito sordo a través del cual el sujeto expresa su propia insuficiencia: no me basto. En este sujeto incompleto o carente, que es también el sujeto del amor y de la libido, parece que los valores científicos y filosóficos que han conformado la estructura moderna del yo han sufrido una lisérgica inversión. Si la droga es sustancia, entonces el individuo es, a su vez, accidente, efecto secundario de la administración exacta o excesiva de la pastilla o del líquido. Nuestras identidades se describen en la letra pequeña de los prospectos de los medicamentos, que, como afirmaba J. G. Ballard, son literatura y, como escritura del síntoma, narran posibilidades, peligros, expansiones y exaltaciones de los sentidos y de la mente. (NARCOHUMANISMO, comisariado junto a Eloy Fernández Porta, 2022). — Sustancias estupefacientes. Remedios farmacológicos. Son los dos significados principales que asociamos a la palabra droga. Ambos están relacionados con otra acepción del término, más infrecuente hoy en día: la deuda y, con ella, el malestar que nos produce deber algo: dinero, afectos… la falta de reciprocidad. Así, la cuestión de la droga se nos puede plantear como una parte de la deuda que siempre tenemos contraída con el placer (como decía John Lanchester) y, a la vez, como una demanda urgente de nuestro cuerpo enfermo, que nunca podremos satisfacer por completo. En ambos casos, la adicción, como consecuencia del trato frecuente con el narco, es un rumor físico y psíquico, un grito sordo a través del cual el sujeto expresa su propia insuficiencia: no me basto. En este sujeto incompleto o carente, que es también el sujeto del amor y de la libido, parece que los valores científicos y filosóficos que han conformado la estructura moderna del yo han sufrido una lisérgica inversión. Si la droga es sustancia, entonces el individuo es, a su vez, accidente, efecto secundario de la administración exacta o excesiva de la pastilla o del líquido. Nuestras identidades se describen en la letra pequeña de los prospectos de los medicamentos, que, como afirmaba J. G. Ballard, son literatura y, como escritura del síntoma, narran posibilidades, peligros, expansiones y exaltaciones de los sentidos y de la mente. (NARCOHUMANISMO, comisariado junto a Eloy Fernández Porta, 2022). — Sustancias estupefacientes. Remedios farmacológicos. Son los dos significados principales que asociamos a la palabra droga. Ambos están relacionados con otra acepción del término, más infrecuente hoy en día: la deuda y, con ella, el malestar que nos produce deber algo: dinero, afectos… la falta de reciprocidad. Así, la cuestión de la droga se nos puede plantear como una parte de la deuda que siempre tenemos contraída con el placer (como decía John Lanchester) y, a la vez, como una demanda urgente de nuestro cuerpo enfermo, que nunca podremos satisfacer por completo. En ambos casos, la adicción, como consecuencia del trato frecuente con el narco, es un rumor físico y psíquico, un grito sordo a través del cual el sujeto expresa su propia insuficiencia: no me basto. En este sujeto incompleto o carente, que es también el sujeto del amor y de la libido, parece que los valores científicos y filosóficos que han conformado la estructura moderna del yo han sufrido una lisérgica inversión. Si la droga es sustancia, entonces el individuo es, a su vez, accidente, efecto secundario de la administración exacta o excesiva de la pastilla o del líquido. Nuestras identidades se describen en la letra pequeña de los prospectos de los medicamentos, que, como afirmaba J. G. Ballard, son literatura y, como escritura del síntoma, narran posibilidades, peligros, expansiones y exaltaciones de los sentidos y de la mente. (NARCOHUMANISMO, comisariado junto a Eloy Fernández Porta, 2022). — Sustancias estupefacientes. Remedios farmacológicos. Son los dos significados principales que asociamos a la palabra droga. Ambos están relacionados con otra acepción del término, más infrecuente hoy en día: la deuda y, con ella, el malestar que nos produce deber algo: dinero, afectos… la falta de reciprocidad. Así, la cuestión de la droga se nos puede plantear como una parte de la deuda que siempre tenemos contraída con el placer (como decía John Lanchester) y, a la vez, como una demanda urgente de nuestro cuerpo enfermo, que nunca podremos satisfacer por completo. En ambos casos, la adicción, como consecuencia del trato frecuente con el narco, es un rumor físico y psíquico, un grito sordo a través del cual el sujeto expresa su propia insuficiencia: no me basto. En este sujeto incompleto o carente, que es también el sujeto del amor y de la libido, parece que los valores científicos y filosóficos que han conformado la estructura moderna del yo han sufrido una lisérgica inversión. Si la droga es sustancia, entonces el individuo es, a su vez, accidente, efecto secundario de la administración exacta o excesiva de la pastilla o del líquido. Nuestras identidades se describen en la letra pequeña de los prospectos de los medicamentos, que, como afirmaba J. G. Ballard, son literatura y, como escritura del síntoma, narran posibilidades, peligros, expansiones y exaltaciones de los sentidos y de la mente. (NARCOHUMANISMO, comisariado junto a Eloy Fernández Porta, 2022). — Sustancias estupefacientes. Remedios farmacológicos. Son los dos significados principales que asociamos a la palabra droga. Ambos están relacionados con otra acepción del término, más infrecuente hoy en día: la deuda y, con ella, el malestar que nos produce deber algo: dinero, afectos… la falta de reciprocidad. Así, la cuestión de la droga se nos puede plantear como una parte de la deuda que siempre tenemos contraída con el placer (como decía John Lanchester) y, a la vez, como una demanda urgente de nuestro cuerpo enfermo, que nunca podremos satisfacer por completo. En ambos casos, la adicción, como consecuencia del trato frecuente con el narco, es un rumor físico y psíquico, un grito sordo a través del cual el sujeto expresa su propia insuficiencia: no me basto. En este sujeto incompleto o carente, que es también el sujeto del amor y de la libido, parece que los valores científicos y filosóficos que han conformado la estructura moderna del yo han sufrido una lisérgica inversión. Si la droga es sustancia, entonces el individuo es, a su vez, accidente, efecto secundario de la administración exacta o excesiva de la pastilla o del líquido. Nuestras identidades se describen en la letra pequeña de los prospectos de los medicamentos, que, como afirmaba J. G. Ballard, son literatura y, como escritura del síntoma, narran posibilidades, peligros, expansiones y exaltaciones de los sentidos y de la mente. (NARCOHUMANISMO, comisariado junto a Eloy Fernández Porta, 2022). —