NÚRIA GÓMEZ GABRIEL
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LA REPETICIÓN. SIMPOSIO TEATRAL DE CRÍTICA DE ARTE

PUBLICACIÓN ‘CORRESPONDENCIAS – cartas como películas’

What We Do See When We Read (IMAGES)? MASTERCLASS

BLOW UP CELEBRACIÓN

Syncinéma (performance)

LA KINO. PLATAFORMA DE DIFUSIÓN Y DISTRIBUCIÓN CULTURAL

PERVERSIONES Y DESEO. COMISARIADO DE PERFORMANCE

ABANDON ALL ART NOW. CONVERSACIÓN CON MARIAN GARRIDO

LA PANTALLA NEGRA O BLANCA: EL PODER DE VER IMÁGENES JUNTOS. LECTURA PERFORMÁTICA EN LAS JORNADAS DE LA IMAGEN

AUTOEDICIÓN DE LIBROS Y CONSTRUCCIONES ESPACIALES. TALLER DE EDICIÓN GRÁFICA Y PUBLICACIONES

Políticas DIY en el film-ensayo. CONVERSACIÓN CON GONZALO DE LUCAS

El Cine en las Salas de Exposición. MASTERCLASS en Estudios de Cine y Audiovisual Contemporáneos

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CINE QUIETO – Entre el fotograma y la página

CINE QUIETO #flora. proyecto editorial de difusión e investigación sobre la imagen cinematográfica con gloria vilches

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Sustancias estupefacientes. Remedios farmacológicos. Son los dos significados principales que asociamos a la palabra droga. Ambos están relacionados con otra acepción del término, más infrecuente hoy en día: la deuda y, con ella, el malestar que nos produce deber algo: dinero, afectos… la falta de reciprocidad. Así, la cuestión de la droga se nos puede plantear como una parte de la deuda que siempre tenemos contraída con el placer (como decía John Lanchester) y, a la vez, como una demanda urgente de nuestro cuerpo enfermo, que nunca podremos satisfacer por completo. En ambos casos, la adicción, como consecuencia del trato frecuente con el narco, es un rumor físico y psíquico, un grito sordo a través del cual el sujeto expresa su propia insuficiencia: no me basto. En este sujeto incompleto o carente, que es también el sujeto del amor y de la libido, parece que los valores científicos y filosóficos que han conformado la estructura moderna del yo han sufrido una lisérgica inversión. Si la droga es sustancia, entonces el individuo es, a su vez, accidente, efecto secundario de la administración exacta o excesiva de la pastilla o del líquido. Nuestras identidades se describen en la letra pequeña de los prospectos de los medicamentos, que, como afirmaba J. G. Ballard, son literatura y, como escritura del síntoma, narran posibilidades, peligros, expansiones y exaltaciones de los sentidos y de la mente. (NARCOHUMANISMO, comisariado junto a Eloy Fernández Porta, 2022). — Sustancias estupefacientes. Remedios farmacológicos. Son los dos significados principales que asociamos a la palabra droga. Ambos están relacionados con otra acepción del término, más infrecuente hoy en día: la deuda y, con ella, el malestar que nos produce deber algo: dinero, afectos… la falta de reciprocidad. Así, la cuestión de la droga se nos puede plantear como una parte de la deuda que siempre tenemos contraída con el placer (como decía John Lanchester) y, a la vez, como una demanda urgente de nuestro cuerpo enfermo, que nunca podremos satisfacer por completo. En ambos casos, la adicción, como consecuencia del trato frecuente con el narco, es un rumor físico y psíquico, un grito sordo a través del cual el sujeto expresa su propia insuficiencia: no me basto. En este sujeto incompleto o carente, que es también el sujeto del amor y de la libido, parece que los valores científicos y filosóficos que han conformado la estructura moderna del yo han sufrido una lisérgica inversión. Si la droga es sustancia, entonces el individuo es, a su vez, accidente, efecto secundario de la administración exacta o excesiva de la pastilla o del líquido. Nuestras identidades se describen en la letra pequeña de los prospectos de los medicamentos, que, como afirmaba J. G. Ballard, son literatura y, como escritura del síntoma, narran posibilidades, peligros, expansiones y exaltaciones de los sentidos y de la mente. (NARCOHUMANISMO, comisariado junto a Eloy Fernández Porta, 2022). — Sustancias estupefacientes. Remedios farmacológicos. Son los dos significados principales que asociamos a la palabra droga. Ambos están relacionados con otra acepción del término, más infrecuente hoy en día: la deuda y, con ella, el malestar que nos produce deber algo: dinero, afectos… la falta de reciprocidad. Así, la cuestión de la droga se nos puede plantear como una parte de la deuda que siempre tenemos contraída con el placer (como decía John Lanchester) y, a la vez, como una demanda urgente de nuestro cuerpo enfermo, que nunca podremos satisfacer por completo. En ambos casos, la adicción, como consecuencia del trato frecuente con el narco, es un rumor físico y psíquico, un grito sordo a través del cual el sujeto expresa su propia insuficiencia: no me basto. En este sujeto incompleto o carente, que es también el sujeto del amor y de la libido, parece que los valores científicos y filosóficos que han conformado la estructura moderna del yo han sufrido una lisérgica inversión. Si la droga es sustancia, entonces el individuo es, a su vez, accidente, efecto secundario de la administración exacta o excesiva de la pastilla o del líquido. Nuestras identidades se describen en la letra pequeña de los prospectos de los medicamentos, que, como afirmaba J. G. Ballard, son literatura y, como escritura del síntoma, narran posibilidades, peligros, expansiones y exaltaciones de los sentidos y de la mente. (NARCOHUMANISMO, comisariado junto a Eloy Fernández Porta, 2022). — Sustancias estupefacientes. Remedios farmacológicos. Son los dos significados principales que asociamos a la palabra droga. Ambos están relacionados con otra acepción del término, más infrecuente hoy en día: la deuda y, con ella, el malestar que nos produce deber algo: dinero, afectos… la falta de reciprocidad. Así, la cuestión de la droga se nos puede plantear como una parte de la deuda que siempre tenemos contraída con el placer (como decía John Lanchester) y, a la vez, como una demanda urgente de nuestro cuerpo enfermo, que nunca podremos satisfacer por completo. En ambos casos, la adicción, como consecuencia del trato frecuente con el narco, es un rumor físico y psíquico, un grito sordo a través del cual el sujeto expresa su propia insuficiencia: no me basto. En este sujeto incompleto o carente, que es también el sujeto del amor y de la libido, parece que los valores científicos y filosóficos que han conformado la estructura moderna del yo han sufrido una lisérgica inversión. Si la droga es sustancia, entonces el individuo es, a su vez, accidente, efecto secundario de la administración exacta o excesiva de la pastilla o del líquido. Nuestras identidades se describen en la letra pequeña de los prospectos de los medicamentos, que, como afirmaba J. G. Ballard, son literatura y, como escritura del síntoma, narran posibilidades, peligros, expansiones y exaltaciones de los sentidos y de la mente. (NARCOHUMANISMO, comisariado junto a Eloy Fernández Porta, 2022). — Sustancias estupefacientes. Remedios farmacológicos. Son los dos significados principales que asociamos a la palabra droga. Ambos están relacionados con otra acepción del término, más infrecuente hoy en día: la deuda y, con ella, el malestar que nos produce deber algo: dinero, afectos… la falta de reciprocidad. Así, la cuestión de la droga se nos puede plantear como una parte de la deuda que siempre tenemos contraída con el placer (como decía John Lanchester) y, a la vez, como una demanda urgente de nuestro cuerpo enfermo, que nunca podremos satisfacer por completo. En ambos casos, la adicción, como consecuencia del trato frecuente con el narco, es un rumor físico y psíquico, un grito sordo a través del cual el sujeto expresa su propia insuficiencia: no me basto. En este sujeto incompleto o carente, que es también el sujeto del amor y de la libido, parece que los valores científicos y filosóficos que han conformado la estructura moderna del yo han sufrido una lisérgica inversión. Si la droga es sustancia, entonces el individuo es, a su vez, accidente, efecto secundario de la administración exacta o excesiva de la pastilla o del líquido. Nuestras identidades se describen en la letra pequeña de los prospectos de los medicamentos, que, como afirmaba J. G. Ballard, son literatura y, como escritura del síntoma, narran posibilidades, peligros, expansiones y exaltaciones de los sentidos y de la mente. (NARCOHUMANISMO, comisariado junto a Eloy Fernández Porta, 2022). — Sustancias estupefacientes. Remedios farmacológicos. Son los dos significados principales que asociamos a la palabra droga. Ambos están relacionados con otra acepción del término, más infrecuente hoy en día: la deuda y, con ella, el malestar que nos produce deber algo: dinero, afectos… la falta de reciprocidad. Así, la cuestión de la droga se nos puede plantear como una parte de la deuda que siempre tenemos contraída con el placer (como decía John Lanchester) y, a la vez, como una demanda urgente de nuestro cuerpo enfermo, que nunca podremos satisfacer por completo. En ambos casos, la adicción, como consecuencia del trato frecuente con el narco, es un rumor físico y psíquico, un grito sordo a través del cual el sujeto expresa su propia insuficiencia: no me basto. En este sujeto incompleto o carente, que es también el sujeto del amor y de la libido, parece que los valores científicos y filosóficos que han conformado la estructura moderna del yo han sufrido una lisérgica inversión. Si la droga es sustancia, entonces el individuo es, a su vez, accidente, efecto secundario de la administración exacta o excesiva de la pastilla o del líquido. Nuestras identidades se describen en la letra pequeña de los prospectos de los medicamentos, que, como afirmaba J. G. Ballard, son literatura y, como escritura del síntoma, narran posibilidades, peligros, expansiones y exaltaciones de los sentidos y de la mente. (NARCOHUMANISMO, comisariado junto a Eloy Fernández Porta, 2022). — Sustancias estupefacientes. Remedios farmacológicos. Son los dos significados principales que asociamos a la palabra droga. 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Así, la cuestión de la droga se nos puede plantear como una parte de la deuda que siempre tenemos contraída con el placer (como decía John Lanchester) y, a la vez, como una demanda urgente de nuestro cuerpo enfermo, que nunca podremos satisfacer por completo. En ambos casos, la adicción, como consecuencia del trato frecuente con el narco, es un rumor físico y psíquico, un grito sordo a través del cual el sujeto expresa su propia insuficiencia: no me basto. En este sujeto incompleto o carente, que es también el sujeto del amor y de la libido, parece que los valores científicos y filosóficos que han conformado la estructura moderna del yo han sufrido una lisérgica inversión. Si la droga es sustancia, entonces el individuo es, a su vez, accidente, efecto secundario de la administración exacta o excesiva de la pastilla o del líquido. Nuestras identidades se describen en la letra pequeña de los prospectos de los medicamentos, que, como afirmaba J. G. 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En este sujeto incompleto o carente, que es también el sujeto del amor y de la libido, parece que los valores científicos y filosóficos que han conformado la estructura moderna del yo han sufrido una lisérgica inversión. Si la droga es sustancia, entonces el individuo es, a su vez, accidente, efecto secundario de la administración exacta o excesiva de la pastilla o del líquido. Nuestras identidades se describen en la letra pequeña de los prospectos de los medicamentos, que, como afirmaba J. G. Ballard, son literatura y, como escritura del síntoma, narran posibilidades, peligros, expansiones y exaltaciones de los sentidos y de la mente. (NARCOHUMANISMO, comisariado junto a Eloy Fernández Porta, 2022). — Sustancias estupefacientes. Remedios farmacológicos. Son los dos significados principales que asociamos a la palabra droga. 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Ambos están relacionados con otra acepción del término, más infrecuente hoy en día: la deuda y, con ella, el malestar que nos produce deber algo: dinero, afectos… la falta de reciprocidad. Así, la cuestión de la droga se nos puede plantear como una parte de la deuda que siempre tenemos contraída con el placer (como decía John Lanchester) y, a la vez, como una demanda urgente de nuestro cuerpo enfermo, que nunca podremos satisfacer por completo. En ambos casos, la adicción, como consecuencia del trato frecuente con el narco, es un rumor físico y psíquico, un grito sordo a través del cual el sujeto expresa su propia insuficiencia: no me basto. En este sujeto incompleto o carente, que es también el sujeto del amor y de la libido, parece que los valores científicos y filosóficos que han conformado la estructura moderna del yo han sufrido una lisérgica inversión. Si la droga es sustancia, entonces el individuo es, a su vez, accidente, efecto secundario de la administración exacta o excesiva de la pastilla o del líquido. Nuestras identidades se describen en la letra pequeña de los prospectos de los medicamentos, que, como afirmaba J. G. Ballard, son literatura y, como escritura del síntoma, narran posibilidades, peligros, expansiones y exaltaciones de los sentidos y de la mente. (NARCOHUMANISMO, comisariado junto a Eloy Fernández Porta, 2022). — Sustancias estupefacientes. Remedios farmacológicos. Son los dos significados principales que asociamos a la palabra droga. Ambos están relacionados con otra acepción del término, más infrecuente hoy en día: la deuda y, con ella, el malestar que nos produce deber algo: dinero, afectos… la falta de reciprocidad. Así, la cuestión de la droga se nos puede plantear como una parte de la deuda que siempre tenemos contraída con el placer (como decía John Lanchester) y, a la vez, como una demanda urgente de nuestro cuerpo enfermo, que nunca podremos satisfacer por completo. En ambos casos, la adicción, como consecuencia del trato frecuente con el narco, es un rumor físico y psíquico, un grito sordo a través del cual el sujeto expresa su propia insuficiencia: no me basto. En este sujeto incompleto o carente, que es también el sujeto del amor y de la libido, parece que los valores científicos y filosóficos que han conformado la estructura moderna del yo han sufrido una lisérgica inversión. Si la droga es sustancia, entonces el individuo es, a su vez, accidente, efecto secundario de la administración exacta o excesiva de la pastilla o del líquido. Nuestras identidades se describen en la letra pequeña de los prospectos de los medicamentos, que, como afirmaba J. G. Ballard, son literatura y, como escritura del síntoma, narran posibilidades, peligros, expansiones y exaltaciones de los sentidos y de la mente. (NARCOHUMANISMO, comisariado junto a Eloy Fernández Porta, 2022). — Sustancias estupefacientes. Remedios farmacológicos. Son los dos significados principales que asociamos a la palabra droga. Ambos están relacionados con otra acepción del término, más infrecuente hoy en día: la deuda y, con ella, el malestar que nos produce deber algo: dinero, afectos… la falta de reciprocidad. Así, la cuestión de la droga se nos puede plantear como una parte de la deuda que siempre tenemos contraída con el placer (como decía John Lanchester) y, a la vez, como una demanda urgente de nuestro cuerpo enfermo, que nunca podremos satisfacer por completo. En ambos casos, la adicción, como consecuencia del trato frecuente con el narco, es un rumor físico y psíquico, un grito sordo a través del cual el sujeto expresa su propia insuficiencia: no me basto. En este sujeto incompleto o carente, que es también el sujeto del amor y de la libido, parece que los valores científicos y filosóficos que han conformado la estructura moderna del yo han sufrido una lisérgica inversión. Si la droga es sustancia, entonces el individuo es, a su vez, accidente, efecto secundario de la administración exacta o excesiva de la pastilla o del líquido. Nuestras identidades se describen en la letra pequeña de los prospectos de los medicamentos, que, como afirmaba J. G. Ballard, son literatura y, como escritura del síntoma, narran posibilidades, peligros, expansiones y exaltaciones de los sentidos y de la mente. (NARCOHUMANISMO, comisariado junto a Eloy Fernández Porta, 2022). — Sustancias estupefacientes. Remedios farmacológicos. Son los dos significados principales que asociamos a la palabra droga. Ambos están relacionados con otra acepción del término, más infrecuente hoy en día: la deuda y, con ella, el malestar que nos produce deber algo: dinero, afectos… la falta de reciprocidad. Así, la cuestión de la droga se nos puede plantear como una parte de la deuda que siempre tenemos contraída con el placer (como decía John Lanchester) y, a la vez, como una demanda urgente de nuestro cuerpo enfermo, que nunca podremos satisfacer por completo. En ambos casos, la adicción, como consecuencia del trato frecuente con el narco, es un rumor físico y psíquico, un grito sordo a través del cual el sujeto expresa su propia insuficiencia: no me basto. En este sujeto incompleto o carente, que es también el sujeto del amor y de la libido, parece que los valores científicos y filosóficos que han conformado la estructura moderna del yo han sufrido una lisérgica inversión. Si la droga es sustancia, entonces el individuo es, a su vez, accidente, efecto secundario de la administración exacta o excesiva de la pastilla o del líquido. Nuestras identidades se describen en la letra pequeña de los prospectos de los medicamentos, que, como afirmaba J. G. Ballard, son literatura y, como escritura del síntoma, narran posibilidades, peligros, expansiones y exaltaciones de los sentidos y de la mente. (NARCOHUMANISMO, comisariado junto a Eloy Fernández Porta, 2022). — Sustancias estupefacientes. Remedios farmacológicos. Son los dos significados principales que asociamos a la palabra droga. Ambos están relacionados con otra acepción del término, más infrecuente hoy en día: la deuda y, con ella, el malestar que nos produce deber algo: dinero, afectos… la falta de reciprocidad. Así, la cuestión de la droga se nos puede plantear como una parte de la deuda que siempre tenemos contraída con el placer (como decía John Lanchester) y, a la vez, como una demanda urgente de nuestro cuerpo enfermo, que nunca podremos satisfacer por completo. En ambos casos, la adicción, como consecuencia del trato frecuente con el narco, es un rumor físico y psíquico, un grito sordo a través del cual el sujeto expresa su propia insuficiencia: no me basto. En este sujeto incompleto o carente, que es también el sujeto del amor y de la libido, parece que los valores científicos y filosóficos que han conformado la estructura moderna del yo han sufrido una lisérgica inversión. Si la droga es sustancia, entonces el individuo es, a su vez, accidente, efecto secundario de la administración exacta o excesiva de la pastilla o del líquido. Nuestras identidades se describen en la letra pequeña de los prospectos de los medicamentos, que, como afirmaba J. G. Ballard, son literatura y, como escritura del síntoma, narran posibilidades, peligros, expansiones y exaltaciones de los sentidos y de la mente. (NARCOHUMANISMO, comisariado junto a Eloy Fernández Porta, 2022). — Sustancias estupefacientes. Remedios farmacológicos. Son los dos significados principales que asociamos a la palabra droga. Ambos están relacionados con otra acepción del término, más infrecuente hoy en día: la deuda y, con ella, el malestar que nos produce deber algo: dinero, afectos… la falta de reciprocidad. Así, la cuestión de la droga se nos puede plantear como una parte de la deuda que siempre tenemos contraída con el placer (como decía John Lanchester) y, a la vez, como una demanda urgente de nuestro cuerpo enfermo, que nunca podremos satisfacer por completo. En ambos casos, la adicción, como consecuencia del trato frecuente con el narco, es un rumor físico y psíquico, un grito sordo a través del cual el sujeto expresa su propia insuficiencia: no me basto. En este sujeto incompleto o carente, que es también el sujeto del amor y de la libido, parece que los valores científicos y filosóficos que han conformado la estructura moderna del yo han sufrido una lisérgica inversión. Si la droga es sustancia, entonces el individuo es, a su vez, accidente, efecto secundario de la administración exacta o excesiva de la pastilla o del líquido. Nuestras identidades se describen en la letra pequeña de los prospectos de los medicamentos, que, como afirmaba J. G. Ballard, son literatura y, como escritura del síntoma, narran posibilidades, peligros, expansiones y exaltaciones de los sentidos y de la mente. (NARCOHUMANISMO, comisariado junto a Eloy Fernández Porta, 2022). — Sustancias estupefacientes. Remedios farmacológicos. Son los dos significados principales que asociamos a la palabra droga. Ambos están relacionados con otra acepción del término, más infrecuente hoy en día: la deuda y, con ella, el malestar que nos produce deber algo: dinero, afectos… la falta de reciprocidad. Así, la cuestión de la droga se nos puede plantear como una parte de la deuda que siempre tenemos contraída con el placer (como decía John Lanchester) y, a la vez, como una demanda urgente de nuestro cuerpo enfermo, que nunca podremos satisfacer por completo. En ambos casos, la adicción, como consecuencia del trato frecuente con el narco, es un rumor físico y psíquico, un grito sordo a través del cual el sujeto expresa su propia insuficiencia: no me basto. En este sujeto incompleto o carente, que es también el sujeto del amor y de la libido, parece que los valores científicos y filosóficos que han conformado la estructura moderna del yo han sufrido una lisérgica inversión. Si la droga es sustancia, entonces el individuo es, a su vez, accidente, efecto secundario de la administración exacta o excesiva de la pastilla o del líquido. Nuestras identidades se describen en la letra pequeña de los prospectos de los medicamentos, que, como afirmaba J. G. Ballard, son literatura y, como escritura del síntoma, narran posibilidades, peligros, expansiones y exaltaciones de los sentidos y de la mente. (NARCOHUMANISMO, comisariado junto a Eloy Fernández Porta, 2022). — Sustancias estupefacientes. Remedios farmacológicos. Son los dos significados principales que asociamos a la palabra droga. Ambos están relacionados con otra acepción del término, más infrecuente hoy en día: la deuda y, con ella, el malestar que nos produce deber algo: dinero, afectos… la falta de reciprocidad. Así, la cuestión de la droga se nos puede plantear como una parte de la deuda que siempre tenemos contraída con el placer (como decía John Lanchester) y, a la vez, como una demanda urgente de nuestro cuerpo enfermo, que nunca podremos satisfacer por completo. En ambos casos, la adicción, como consecuencia del trato frecuente con el narco, es un rumor físico y psíquico, un grito sordo a través del cual el sujeto expresa su propia insuficiencia: no me basto. En este sujeto incompleto o carente, que es también el sujeto del amor y de la libido, parece que los valores científicos y filosóficos que han conformado la estructura moderna del yo han sufrido una lisérgica inversión. Si la droga es sustancia, entonces el individuo es, a su vez, accidente, efecto secundario de la administración exacta o excesiva de la pastilla o del líquido. Nuestras identidades se describen en la letra pequeña de los prospectos de los medicamentos, que, como afirmaba J. G. Ballard, son literatura y, como escritura del síntoma, narran posibilidades, peligros, expansiones y exaltaciones de los sentidos y de la mente. (NARCOHUMANISMO, comisariado junto a Eloy Fernández Porta, 2022). — Sustancias estupefacientes. Remedios farmacológicos. Son los dos significados principales que asociamos a la palabra droga. Ambos están relacionados con otra acepción del término, más infrecuente hoy en día: la deuda y, con ella, el malestar que nos produce deber algo: dinero, afectos… la falta de reciprocidad. Así, la cuestión de la droga se nos puede plantear como una parte de la deuda que siempre tenemos contraída con el placer (como decía John Lanchester) y, a la vez, como una demanda urgente de nuestro cuerpo enfermo, que nunca podremos satisfacer por completo. En ambos casos, la adicción, como consecuencia del trato frecuente con el narco, es un rumor físico y psíquico, un grito sordo a través del cual el sujeto expresa su propia insuficiencia: no me basto. En este sujeto incompleto o carente, que es también el sujeto del amor y de la libido, parece que los valores científicos y filosóficos que han conformado la estructura moderna del yo han sufrido una lisérgica inversión. Si la droga es sustancia, entonces el individuo es, a su vez, accidente, efecto secundario de la administración exacta o excesiva de la pastilla o del líquido. Nuestras identidades se describen en la letra pequeña de los prospectos de los medicamentos, que, como afirmaba J. G. Ballard, son literatura y, como escritura del síntoma, narran posibilidades, peligros, expansiones y exaltaciones de los sentidos y de la mente. (NARCOHUMANISMO, comisariado junto a Eloy Fernández Porta, 2022). — Sustancias estupefacientes. Remedios farmacológicos. Son los dos significados principales que asociamos a la palabra droga. Ambos están relacionados con otra acepción del término, más infrecuente hoy en día: la deuda y, con ella, el malestar que nos produce deber algo: dinero, afectos… la falta de reciprocidad. Así, la cuestión de la droga se nos puede plantear como una parte de la deuda que siempre tenemos contraída con el placer (como decía John Lanchester) y, a la vez, como una demanda urgente de nuestro cuerpo enfermo, que nunca podremos satisfacer por completo. En ambos casos, la adicción, como consecuencia del trato frecuente con el narco, es un rumor físico y psíquico, un grito sordo a través del cual el sujeto expresa su propia insuficiencia: no me basto. En este sujeto incompleto o carente, que es también el sujeto del amor y de la libido, parece que los valores científicos y filosóficos que han conformado la estructura moderna del yo han sufrido una lisérgica inversión. Si la droga es sustancia, entonces el individuo es, a su vez, accidente, efecto secundario de la administración exacta o excesiva de la pastilla o del líquido. Nuestras identidades se describen en la letra pequeña de los prospectos de los medicamentos, que, como afirmaba J. G. Ballard, son literatura y, como escritura del síntoma, narran posibilidades, peligros, expansiones y exaltaciones de los sentidos y de la mente. (NARCOHUMANISMO, comisariado junto a Eloy Fernández Porta, 2022). — Sustancias estupefacientes. Remedios farmacológicos. Son los dos significados principales que asociamos a la palabra droga. Ambos están relacionados con otra acepción del término, más infrecuente hoy en día: la deuda y, con ella, el malestar que nos produce deber algo: dinero, afectos… la falta de reciprocidad. Así, la cuestión de la droga se nos puede plantear como una parte de la deuda que siempre tenemos contraída con el placer (como decía John Lanchester) y, a la vez, como una demanda urgente de nuestro cuerpo enfermo, que nunca podremos satisfacer por completo. En ambos casos, la adicción, como consecuencia del trato frecuente con el narco, es un rumor físico y psíquico, un grito sordo a través del cual el sujeto expresa su propia insuficiencia: no me basto. En este sujeto incompleto o carente, que es también el sujeto del amor y de la libido, parece que los valores científicos y filosóficos que han conformado la estructura moderna del yo han sufrido una lisérgica inversión. Si la droga es sustancia, entonces el individuo es, a su vez, accidente, efecto secundario de la administración exacta o excesiva de la pastilla o del líquido. Nuestras identidades se describen en la letra pequeña de los prospectos de los medicamentos, que, como afirmaba J. G. Ballard, son literatura y, como escritura del síntoma, narran posibilidades, peligros, expansiones y exaltaciones de los sentidos y de la mente. (NARCOHUMANISMO, comisariado junto a Eloy Fernández Porta, 2022). —